martes, diciembre 13, 2005

Su tabaco, gracias

Viendo ahora el título alguno habrá que quiera pisarme como a una colilla acusándome de intransigente por no aceptar compartir humo, tos y bronquitis con ellos, los fumadores. Seguro que piensa que quiero ensañarme con él ahora que fumar va a ser mucho más difícil además de caro. Nada más lejos de mi intención que ser azote de quienes dependen de algo tan pequeño como un cigarillo. Bastante desgracia tienen ya, aunque haya quien persevere en el error para arrepentirse cuando los años han pasado y las consecuencias han comenzado a llegar.

Yo ya sufrí ese sarampión hace tiempo: el del antitabaquismo radical. Ahora ninguno de mis amigos o familiares fuma: o bien lo han dejado o el tabaco los ha dejado a ellos, del todo digo. Por si no había quedado claro, que en el cementerio no se fuma.

El asunto con el que vengo a castigarles es otro bien distinto: el de la venta. Soy un nostálgico, lo siento, pero en este asunto lo soy y a mucha honra. No, no se inquieten, que no desvarío, o por lo menos, no más de lo normal.

Para quien a los 8 años ya pasaba mañanas de Sábado en el comercio familiar, iba a decir atendiendo a los potenciales clientes, pero diré excusando el que el dependiente de verdad estuviera ocupado, ir hoy de tiendas es una auténtica lástima. Y no porque los productos, el género se decía entonces, no sea el apetecido, o porque con el € el comercio o la hostelería se hayan puesto de acuerdo en sacarnos los cuartos en la mitad de tiempo que hace 3 años. Ni siquiera porque uno duplique a sus juveniles 40 otoñazos la edad media de quienes en el mejor de los casos nos dicen: ¿Puedo ayudarle?

No, la razón principal, aunque no la única, es que tiene que hacer uno todo el trabajo, como en Ikea. O peor aún, como en las gasolineras, perdón, estaciones de servicio. Ya me dirán Ustedes de qué servicio hablan, si ya no te ponen la gasolina, ni te limpian el parabrisas, ni te dan conversación, ni nada de nada. Así, el que pasa frío o calor, se apesta de gasolina y, sobre todo, corre el riesgo de manipular incorrectamente un producto altamente inflamable, sin haber sido cualificado o instruido, es el menda lerenda, quien además, por si era poco, es el paganini. Porque, eso sí, a la hora de cobrar nadie deja meter mano.

Bueno, que me despisto. Como decía, esto de las franquicias en la venta ha terminado por igualarnos a todos por abajo, como está haciendo la monarquía, que así le va. Ahora uno debe buscar al/la dependiente/a (por si acaso ofendo u olvido a alguien pongo todas las oes y aes que haga falta), definir exactamente y con lujo de detalles el artículo que se pretende, preguntar por alguna alternativa al modelo que te han “señalado” (muchos ya no se molestan en enseñarlo), preguntar de nuevo por el más conveniente dadas nuestras preferencias y necesidades (¿qué es eso?, se preguntan muchos de ellos), volver a preguntar por el más apropiado, pero esta vez dentro de nuestro presupuesto, pedirles consejo frente a nuestra indecisión o duda a lo que suelen contestar con un “el que quieras, el que más te guste, cualquiera te va bien”, tratar de no precipitarse sin tener la decisión clara y no dejarse presionar por el silencio del/de la dependiente/a y, finalmente, meter la pata a lo que sigue el prometerse no pisar esa tienda nunca más. Eso, hasta que te das cuenta de que cuando tú naciste las cosas se hacían de manera muy diferente y mientras no seamos capaces de retroceder en el tiempo, esos tiempos y esas maneras no volverán.

Así que a alguno, tras despedirte de él/ella y después de haberte “autoservido” se le escapa un “su tabaco, gracias”. Y lo peor es que ni te das cuenta de que esta gente dice lo mismo que las máquinas de nuestros amigos los fumadores: nada. Por eso, y para asegurarme de que no he tratado con un replicante de “plexiglás” yo siempre les pregunto ¿Vendes o expendes? Pero nunca me responden y, claro, salgo echando humo, aunque no de tabaco sino de indignación: cualquier día de estos vuelvo a fumar para poder escuchar la frasecita de marras sin dudar de quien tengo enfrente…

No hay comentarios: