viernes, noviembre 30, 2007

Tudús


Ya de vuelta. Lo digo como si tan sólo hiciera un par de días que abandoné este blog. Como esas canciones en las que el ritmo cambia progresivamente sin que nos demos cuenta, así dejé de alimentar con posts a esta criatura que nunca comenzó a tener cuerpo. Sin darme cuenta.

¿Tema de hoy? Hay tantos tras tanto tiempo que no sé por cuál empezar. ¿Qué les parece algún anglicismo? Tengo varios preparados pero comencemos poco a poco por aquello de las agujetas. Así que, el palabro de hoy será: los tudús, o lo que es lo mismo, los “to-do’s” o acciones, las cuales, no podría ser de otra manera, deben ser ejecutadas.

Vayamos a ello. Primero, pongámonos en situación: reunión (las famosas “reus”) de las creativas, de resolución de problemas, de aportación de proyectos en embrión. Todos preparados, listos, ya. Las ideas bullen, se enlazan y solapan unas con otras. De una surgen tres más, y de esas tres otras seis y de esas seis, otras diez y de esas diez... Alguien debe de estar apuntando todo esto, suponemos todos con la inocente y yerma esperanza de que, quien lleva toda la “reu” con el boli sobre el papel no esté garabateando dibujillos y grafismos eróticos de esos que harían sonrojar al propio Freud.

Dos horas más tarde, exhaustos y con ganas de terminar pero contentos por lo provechoso de las aportaciones, ordenamos los papeles y bolígrafos, esos que casi nadie ha tocado, ocupados como estábamos “dándole a la croqueta”, estrujándonos los sesos. Y nos disponemos a levantarnos, Pero, no se levanten todavía. ¿Ah, no? Ahora viene lo bueno: de repente, zas, se acabó la fiesta. Alguien suelta el famoso “Peláez, tú que has tomado los minutes enchúfanos por “emilio” los “tudús””.

Está claro que Peláez, viendo el careto que se le ha quedado, lo único que ha tomado ha sido un cortado nada más llegar a la oficina. Así que, al tiempo que a él se lo traga la tierra, al resto comienza a elevársenos el espíritu e incluso levemente, comenzamos a levitar en un éxtasis teresiano. Joder, tío, dicen nuestras miradas y sonrisillas de pícaro, el Peláez no se ha enterado de nada en toda la “reu”, mira que ha estado callado, y ahora lo único que se va a enchufar aquí es la kettle (hervidor de agua para el té) para arrearse un pozal de tila. Pero está claro que nos nos va a caer ni un solo “tudú”.

Y ahora, cuando venga preguntando por los despachos acerca de lo tratado y acordado en la reunión será cuestión de decirle la mitad de la mitad de la mitad. Como los límites, tendiendo a cero. Y si es posible, recortar con un quiebro de cintura para que este toro lo desfogue otro maletilla.
De todos modos, al final, el desastre no es para tanto pues ni siquiera el chairman de la reunión recuerda, pasado tres días, de qué se habló ni qué se acordó.

Es lo más habitual, un montón de tiempo y dinero perdido en un esfuerzo, posiblemente muy provechoso, pero baldío al fin y al cabo por no haber reflejado en acuerdos y acciones todo aquello que era necesario para conseguir lo previsto. Una lástima, pero real como... Bueno, ya saben cómo termina la frase.

Es extraño que, dándonos cuenta de lo estúpido que resulta no poner en marcha lo acordado, nos parezca pretencioso, chorras e incluso yankee asegurar la definición de las acciones concretas y los responsables que harán que el resultado sea el esperado. Y todo porque anotar y repartir es síntoma de mala memoria, emulador de las últimas gilipolladas de moda en la empresa y demás. Además de ser de mal gusto pues presupone que no “semos pofesionales”.

Y aquí me viene al pelo una frase que refleja perfectamente esto de lo que les hablo. No la he sacado de un libro de management sino que debo su copyright a un lugareño que conocí en la montaña. Y es una de las pocas verdades inmutables: lo que no se mueve está parado, y así se quedará si no hacemos nada.

Ahí es nada. La verdad es que, cuando vi que el pavo que me la soltó se quedó allí parado delante de mí, con las piernas a horcajadas, una mano en la liza que hacía de cinturón, la otra en la nano-colilla, chamuscada ya, que asomaba entre sus labios me dije: este tío sí que sabe. Y jódelo, no ha salido en su vida de estos cuatro pedregales. Pero aún así sabe más que el Peláez y la nube de pajarracos que revolotean sobre su cabeza.

¿Y saben qué ocurrirá en la próxima “reu”? ¿Que no? ¿No se jugarán algo?

Yo por si acaso me voy comprando una libretita y un lápiz para que no se me anticipe nadie y poder tomar yo los minutes. Quizá les parezca que soy algo estúpido. Nada más lejos de la realidad: soy totalmente estúpido pero, les aseguro que quien pregunta dirige. Y quien toma los minutes también. Al fin y al cabo, el que reparte se lleva la mejor parte. Aunque en este caso yo no quiera nada para mí. Ya saben entonces quién se va a comer todos los tudús. Bueno, quizá no tengan datos suficientes para saberlo pero seguro que han adivinado quién no se va a chupar ninguno en la próxima “reu”.

Y traten de no caerme mal que si no les enchufo uno también a Ustedes.