martes, enero 05, 2010

Nuevo Blog

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sábado, agosto 02, 2008

Una noche de agosto

Hola Capitán,

ya que estamos en agosto...vamos a pasar de la Dirección de Empresas y nos vamos al lado poco tratado-al menos en este foro- de las humanidades.

Estoy leyendo un libro que dice que somos 'polvo de estrellas'. O sea, que todo en el universo observable surgió en el primer segundo tras la explosión del llamado Big Bang cuando las partículas de hidrógeno y helio fueron las primigenias y a partir de estas surgió todo.
Y nosotros (tu y yo y todos los que participamos en este blog) estamos directamente conectados con el origen mismo del universo a través de los átomos de hidrógeno de las células de nuestro cuerpo.

'Demasié' para el cuerpo, pero bueno.

Ya lo comentamos una vez, pero deberíamos formarnos un poco menos en las áreas técnicas y volver a las humanidades. Ahí puede que encontremos una nueva fuente de esperanza.

Y en homenaje tu exilio brasileño -llamémoslo exilio desde el cariño- vamos a recordar ese sueño que gritaba:

Siempre buscando una fuente
para poder respirar
Cuando diviso un pasadizo a lo lejos
creo enloquecer...

Bueno, me voy a Suiza a pasar un par de días a ver si la 'vieja Europa' me insufla algo de su antiguo romanticismo y regreso con algo nuevo.

Greetings from Spain!

Nacho.

viernes, mayo 23, 2008

Tu “copial” o no “copial”? .-

Seguramente recordarán, echando la vista atrás, cuando todo aquello que era japonés era una copia, más bien de pésima calidad (o adecuación al uso, precio y expectativas que dicen los enteradillos y “consulteros”) y que, oh sorpresa, era mucho más pequeña y, sobre todo, mucho más barata.

¿Recuerdan aquellos tiempos? ¿Sí? Lejos quedan, ¿no? Japón es hoy un país que toma la cuerda y tira de ella en lugar de dejar arrastrarse desde el final de ella por otros. El matiz es sutil, pero vital. A pesar de que el movimiento se produzca igualmente, sea por ser actores y activos o “pasotes” y pasivos. Es decir, en un autobús, tanto se desplazan los pasajeros como el conductor. Aquí el Capitán Gonzo con otra de sus estupideces. ¿O no?

¿Estúpido? En absoluto. Pero quizá se entienda mejor si les hago la pregunta que me he hecho yo para que mi cabecita me permita entender lo que las palabras no lograban transmitirme.

¿Me muevo hacia donde quiero? Me pregunté. A lo que Ustedes seguramente responderán. Pues sí, claro, qué tontería.

Tienen toda la razón. Cuando tomamos el autobús en una parada YA sabemos hacia dónde va, y hasta dónde llega, o en qué lugar nos podemos bajar.

Vale, siguen teniendo razón, pero ya saben que no pararé hasta que no tengan “una duda razonable”. Pongámoslo entonces un poco más difícil. Bueno, tampoco tanto; simplemente démosle un parecido leve con la realidad.

Ahí va: si no hubiera paradas, ¿tomarían Ustedes el autobús con la misma seguridad? Vaya, no lo había pensado así. Mira que es retorcido este capitán de medio pelo.
La respuesta es obvia. Sin poder confiar en una ruta o en la persona que comanda es muy difícil aventurarse con absoluta tranquilidad. Bueno, a no ser que se sea un completo destalentado. Pero en mis 42 años todavía no me he encontrado con tamaño despropósito. ¿Y Ustedes?

Es decir, o bien conocemos qué nos deparará el camino porque ya conocemos el proceso que sigue, es decir, el conjunto de reglas internas que definen todos los cambios de dirección, velocidad y aceleración (más o menos, que tampoco hace falta que me hagan un master ahora), o bien nos fiamos ciegamente (o casi) de quien está al mando. Con lo cual pasamos de las reglas internas esas y simplemente nos dejamos llevar.
Prueba más racional que esta es difícil de encontrar: una decisión basada en el conocimiento, bien de la operativa o del conductor. “Y no del donaire que gentilmente nos arrastra do quiera”.

Yo, debo reconocerlo, soy pecador, y de los compulsivos. Y eso a pesar de que el lastre de la edad me hace más reflexivo cada día por lo que la importancia de mis pecados va tornándose gris en un mundo hecho para blancos y negros. Así que, cuando peco reconozco que también he copiado, pero al menos siempre he tenido la sensación de que mi autobús tenía conductor y que lo que copiaba era la esencia y no la forma. Pero pecar, he pecado, que conste.

Y ahora les toca a Ustedes, así que: “¿Tu copial o no copial?”

sábado, mayo 17, 2008

"Yo de joven pasé mucha hambre."



Ayer pasó hambre y hoy también, aunque por distinta causa.

domingo, mayo 11, 2008

Dios mío, he tenido una idea .-


Veamos ahora quién la pone en marcha...

Creatividad Operativa: SMED .-


Algo que parecía imposible deviene en posible. De eso trata este post. Ahora bien, no quiero escuchar ni un solo: "joder, así sí; así cualquiera". Ya les anticipo que no vale. ¿Y por qué? Pues por lo mismo de siempre: ¿están Ustedes seguros de haber captado la esencia? ¿O se han limitado a asentir, comprender el ejemplo, que no el concepto?

En otras palabras, si yo no tengo idea de cocina y les invito a cenar a casa, cocinando yo, obviamente, ¿creen Ustedes que por poner nombres estúpidos a mis destrucciones (¿o eran creaciones?) van a comer mejor? Lo mismo le ocurre a los especuladores culinarios en el gremio de la hostelería que pasan a llamar a las “almondigas con tomatico” de su mujer, la Mari de siempre, “deconstrucción de Filet mignón a la salsa de pomodoro toscano”. Por no decir de las “coqleticas de jamón” que ahora han ascendido, con condecoraciones, galones y todo, a “Rulos crujientes en emulsión de harina blanca con explosión de taquitos de ibérico”.
Ahí va pues. SMED, acrónimo (no, no es un insulto) de “Single Minute Exchange of Die”, o lo que es lo mismo, “Cambio de modelo/molde en un número de minutos de un sólo dígito”. ¿Recuerdan lo que les dije del idioma inglés? Nada, que no hay manera de que comprimamos conceptos en un número de palabras manejable.

A lo que vamos. Se habla siempre de un modelo, de una herramienta o sistema para reducir los tiempos muertos de máquina originados por un cambio de modelo en la línea de producción o máquina. Pero es más que eso. Si sólo nos quedamos en el ejemplo, evidentemente, se trata tan sólo de eso. Pero si buscamos la esencia tenemos una filosofía. Pero no de las de quemar las pestañas ni el coco. No, esta vez no. Se trata de una filosofía operativa. Algo que debe acompañarnos como si fuera un principio propio, inculcado, aprendido o aprehendido, que igual da que da igual.

¿Y en qué consiste? En hacer posible lo imposible prácticamente. “Ahí es ná”. Y se queda Usted tan ancho, Capitán. Pues sí, la verdad es que, después de soltarlo me he quedado de lo más relajado.

Hombre, quizá me haya pasado un poquillo; o un poco. Bueno, quizá mucho. Demasiado, o lo que Ustedes quieran. Pero si ceñimos la aseveración que les ha levantado del asiento a un marco definido, la barbaridad es menor, mucho menor. Pongamos que lo reducimos a algo tan concreto como el cambio de utillaje, moldes, etc. en las grandes prensas utilizadas en la industria del automóvil. Esas que requieren de varias personas para ser manipuladas. Y que, y aquí está el quid, deben permanecer paradas, improductivas mientras se realiza la operación de cambio.

A priori, la situación era esta: por cada modelo de pieza diferente que quiero realizar con la misma máquina debo pararla para acometer el cambio de útiles que me permita variar el modelo. Y durante ese tiempo no produzco. Como además las máquinas y las matrices (estamos hablando de piezas de estampación para coches, por ejemplo) son pesadas y grandes amén de poco manejables, el tiempo muerto o de parada es elevado, y por tanto la producción perdida. Estamos hablando de que los tiempos muertos suponían paradas de hasta 24 horas.

Seguro que si fuéramos nosotros los que quisiéramos mejorar la productividad algunos pensaríamos en aumentar el parque de maquinaria (Noooooo, eso es aumentar la producción, no la productividad). Otros en darle a la manivela más rápido (sería fantástico pero el resultado sería como el de darle la papilla al niño a ritmo de samba). Otros más atrevidos eliminarían el mantenimiento, total, “pa lo que sirve”.
Pero nadie, seguro que nadie, propondría hacer el dichoso cambio de forma más rápida. Bueno, eso sí. Pero nadie se atrevería a desafiar las leyes de la física y reducir lo que cuesta 24 horas a menos de 10 minutos (en número para que el efecto del single minute sea más gráfico). ¿O sí? Seguro que si escucharan semejante barbaridad pensarían: los voy a machacar y aún así no lo reduciré ni en una de las 24 horas. O bien: si eso es posible, que es imposible, querría decir que hasta ahora me habían estado tomando el pelo.

No se preocupen, es lo más lógico pues nuestra mente no está preparada para escapar fácilmente de lo preestablecido, ni para pensar de manera tangencial, es decir, en una dirección distinta pero manteniendo un punto de contacto, minúsculo pero punto al fin y al cabo.

Pero, como en todos lo cuentos con final feliz, siempre hay algún transgresor, alguien que pone en su sitio al que hace siempre lo mismo y del mismo modo. Y en este caso se llama Shigeo Shingo, de Albacete, creo.

¿Y qué hizo de especial este hombre? Simplificando hasta la saciedad, y que aquí no se me enfaden los enterados, observar, recopilar, resumir, sintetizar y resolver. Y al final dedujo que podía hacer una simple pero efectiva separación. ¿Y qué criterio utilizó? Pues el más lógico: lo que se puede y lo que no se puede hacer con la máquina en funcionamiento. Así, todo aquello que no precisa de un paro de producción se realiza en paralelo, mientras la máquina está funcionando.

Ahora seguro que alguien dice que eso incrementará los costes por duplicidad de partes, una en la máquina y otra en preparación. Efectivamente, pero esto es una simple función de cálculo: ¿cuál es el pay-back de la inversión? O en otras palabras, ¿merece la pena hablando de pasta?

Con lo que, las únicas operaciones que se realizan a máquina parada son las inevitables. Y, créanme, muchas de las inevitables pueden convertirse en evitables con algo de imaginación. Y herramientas especiales. Y útiles apropiados. Y técnicas de ingeniería. Como las que permiten fijar tornillos con una sola vuelta de tuerca (algo parecido a lo que ocurre con los F1. Ahora sí, ¿no?).

Hombre, fácil no era, si no ya se me habría ocurrido a mí. O sea, que mientras se está produciendo se trabaja en la preparación de los cambios que se realizarán en la máquina parada. Eso es, ni más ni menos.

Y ahora debería llegar el consabido: "joder, así sí; así cualquiera". Pero sé que ninguno de Ustedes ha movido el bigotillo para decir algo similar. No esperaba menos de Ustedes. Porque Ustedes no se quedan sólo con la musiquilla de la tabla del 9, sino que se aprenden los resultados de todas y cada una de las multiplicaciones. Es decir, que son de los aplicados. Vamos, que se saben la letra y no sólo la tararean.
Y por eso se han dado cuenta de que con creatividad (ni siquiera hace falta la originalidad, o es que separar, dividir o segmentar tiene algo de original?) se pueden mover montañas. Tan sólo hace falta que la dichosa creatividad sea tan grande como la palanca de Arquímedes, esa que le permitiría mover el mundo. Y puede que ni haga falta que sea tan grande. Tan sólo que exista. Grande o pequeña, dependiendo de hasta dónde quieran o sepan llegar.

Así que, ya lo ven, un estupendo ejemplo de creatividad operativa. Y gratis, que en estos tiempos de inflación no es nada fácil.

Y prepárense, porque si el SMED les parecía difícil, aún queda el One-Touch Exchange of Die, (OTED), que defiende que los cambios deberían realizarse en menos de diez segundos.

Vayan buscando una palanca que el mundo que queda por mover está ahí fuera. Y bien cerquita.

Eficiencia y el que pinta la habitación (otro pintor diferente, que el anterior ya se ha ido) .-


Lo que suda el tío para lo poco que sirve su trabajo.

Delegar y el color de la habitación .-


El arte de delegar y de joder la vida al "delegado": todo un arte al alcance de muy pocos.

Headless chickens .-


Otro palabro que suele venir al dedo en tiempos de crisis (y en cualquier otro momento, I'm afraid)

Idioma y pensamiento.-


No sé si se habrán dado cuenta de la importancia de nuestra lengua materna en la vida cotidiana. Así por ejemplo, como quien no quiere la cosa, parte de nuestra mala educación a la hora de dialogar está originada por las reglas y normas lingüísticas que utilizamos inconscientemente. Normalmente enlazamos las palabras de acuerdo a este axioma: sujeto, verbo y predicado. Al menos así nos lo enseñaban en el cole allá por los años 70. Ahora, con esto de los tiempos modernos la estructura será mucho más abstracta. Pero seguirá diciendo lo mismo: primero lo primero.

Dicho así seguro que el asunto no tiene relación alguna con lo de la mala educación, especialmente la del almodóvar. Y no me refiero a la película precisamente. Pero, pongamos un ejemplo totalmente contrario a la estructura fundamental de nuestro idioma.

Nuestros colegas alemanes apenas sí se interrumpen los unos a los otros cuando hablan. Yo creía que era porque allí no tienen a la patiño pero, luego, pensándolo bien, enanos mentales también han tenido, aunque con bigotillo en lugar de con melena. Pero bueno, la cosa no tiene mucho que ver con eso. Ni con la educación que reciben en el colegio, ni con el respeto que les inculcan en la escuela (cómo me gusta esta palabra), ni con la disciplina que maman desde que son pequeños. Nada de eso. Ah, por cierto, disciplina no es sinónimo de militar, ni de retrógrado, ni de fascista, ni de... Pues eso, más que nada por si acaso.

Al tajo, que me voy. Respetan hasta el final la interlocución porque no pueden interrumpirla si lo que pretenden es comprender exactamente lo que el interlocutor quiere decir.

Vale, vale, entre nosotros no tiene tanta importancia lo que diga el otro sino lo que digamos nosotros, pero no en todos sitios es así. En otros países y culturas se tiene en cuenta al prójimo. Pues eso, que no les queda más remedio que esperar y morderse las uñas, repelos incluidos, si no quieren irse por los cerros de Úbeda y perder el hilo común de la conversación. ¿Y saben el porqué? Sencillo: su axioma fundamental es diferente. ¿Cómo? Pues sí: allí cambian el orden, que pasa a ser sujeto, predicado y verbo.

Bueno, ¿y que importancia tiene esto? Pues toda, porque el sentido de la frase queda oculto o semioculto hasta la aparición en la frase del verbo. Exacto, ese palabrejo que determina la acción y el tiempo. Añadan ahora el uso y abuso de subordinadas y la costumbre de entreverarlas a bocajarro entre las partes de la oración principal. Dicho en prosa, que enchufan párrafos enteros entre el binomio sujeto-predicado y el verbo principal. Exacto, ese que va al final. Tan al final que hay veces que hay que rebobinar en nuestra memoria 45 segundos para recordar a qué sujeto-predicado iba unido.

Ya ven que así no caben interrupciones por mucho que tiremos de contexto. Sin embargo, en nuestro idioma el contexto es mucho más directo y nos permite adelantar acontecimientos, tanto que podemos prever lo que el pavo de enfrente está a punto de soltarnos. Así que nosotros, que somos más listos que Perry Mason somos capaces de descubrir al asesino mucho antes de que la víctima estire la pata. Y claro, no vamos a esperar a los créditos del final de la peli para decir quién es el malo-malote de la peli. Así que, inspiramos profundamente, ponemos careto de Flowerpower, la viramos a Yupipertutti y le enjaretamos al interlocutor lo que estaba a punto de decirnos. Y, joder, qué bien sienta. Y si no se lo creen pruébenlo. Pero cuidado, crea adicción. Y si no lo creen observen el panorama televisivo.

Por cierto, ¿nunca se han preguntado por qué los teutones son tan buenos planificando? Ala, ala, denle a la croquet y descúbranlo por Ustedes mismos. ¿Cómo? ¿Que no pueden? A mí no me la dan: seguro que están esperando a que yo abra la boca para adelantarse a mis palabras.
.....
Bueno, veo que en estos 15 segundos todos Ustedes han podido con Su impaciencia. O bien no saben a qué me refiero.

Para los de la primera opción, sigan esperando que quien la sigue la consigue. Y para los segundos, ahí va: porque almacenan y guardan la información que reciben de su interlocutor hasta que éste tiene a bien soltar el último verbo, esa pieza del puzzle que hace que todo tenga sentido. Recuerden que hasta que no llega el verbo no saben si a la casa que nombraron 45 segundos antes la van a pintar, a quemar, ya la han pintado, ya la han quemado o se la ha llevado la burbuja inmobiliaria.

Por eso, además de la retentiva nos llevan clara ventaja en armar estructuras, mentales, pero estructuras al fin y al cabo, en un plis-plás ya que conforman el significado uniendo una jartá de palabras en un lapso efímero. Y estas estructuras, además deben seguir las normas, aunque estas no sean lingüísticas y sean tan banales como la regla del sentido común.

Y mientras, mientras nosotros movemos, retorcemos, destrozamos o dinamitamos con cartuchos de cambios los planes como nos quitan o quitamos el protagonismo en cada conversación: en un plis-plás también, aunque el nuestro sea más estúpido, pero igual de rápido, eso sí. Y, es que, el que no se conforma es porque no quiere. Ya saben pues, que la planificación no es buena, bueno, al menos es rápida, que en este país somos unos artistas en lo de ver las uvas verdes, como la zorra de otro post anterior.

Liebe Grüße meine Freunde.

Mi padre y el Marketing Popular, con mayúsculas... .-


Un homenajillo a mi maestro en esto del marketing: y eso que no estudió...

Ca-ca-ca-ca-café .-


Que no se me moleste nadie con el chistecillo.

Do what I say, not what I do .-


Un poco de teasing???

Los buenos malos nunca lloran, los malos malos sí... .-


Estoy en ello...

Operativa y Estrategia: la bolsa y la vida .-


Llegará en breve...

martes, abril 22, 2008

Oyakudachi .-


Otra de palabros. No, si tienen razón, que no hago mas que buscar cosas raras. Pero en esta caso no es así. Bueno, la cosa es rara. Más que nada porque no sabes si están haciendo publicidad de algo o están pensando en tu madre.
Esta vez ha sido una aportación de Jose, buen amigo, un tanto tímido y que por ello no ha podido sino decirme que no ha conseguido editar una entrada en este blog. “Amos, anda”. ¿Ustedes se lo creen? Yo tampoco. ¿Y lo de que es tímido? Menos aún.

Bueno, por ser la primera vez lo dejamos pasar, pero ni una más.

Al palabro: oyakudachi, ponerse en el lugar del otro o, como dicen los anglosajones, walking in the customer’s shoes, osea, caminar con los zapatos del cliente. Esta última expresión es mucho más gráfica, ¿no? Así sabremos de qué pie cojea, nunca mejor dicho. Y por qué cojea.

Aquí me viene dos pensamientos (“no me lo puedo de creer”, estoy pensando, ergo...): el primero, ¿por qué no tenemos palabrillos “asín” de cortos para ideas tan largas? El segundo, ¿y esto, esto para qué sirve?

Así que, como siempre, cuando no sé algo trato de hacer como Sherlock Holmes y deducir el qué, el para qué o el porqué. Vayamos a ellos pues con decisión. Estamos hablando de empresa, ¿no? Bien, comenzamos bien.

Veamos entonces el qué: ponernos en el lugar del otro/del cliente y caminar con sus zapatos. Esto último, Ustedes perdonarán, pero “es de una guarrerida supina”, como dicen los enterados, mezclando con soltura lo popular con lo sofisticado. Algo así como la fiesta de la movida en Mónaco: garulos y personajes de pinypon en perfecta comunión. Imaginen: chandal con tacones, regado con pachuli y bailando al son de “Paquito el Chocolatero”.

Bueno, será una marranada pero si lo dicen los japos para algo servirá, que esta gente le ha dado la vuelta a la tortilla del management poniendo todo patas arriba, desde los conceptos imposibles (véase SMED, por ejemplo), hasta el estilo del liderazgo, sin modernidades, a la antigua usanza: con el simple compromiso individual por convicción, no por arrastre. Así pues, esto irá, seguro, de ver si el cliente se queja por vicio o lleva una piedra en el zapato.

Seguro que si fueran Ustedes el zapatero de Su cliente se los probarían, o al menos tocarían su interior para ver si una mínima irregularidad está echado por tierra Su trabajo de artesano.

Vaya, vaya, pues yo no he encontrado ninguna piedra. Así que, problema solucionado. Sí, pero oiga, es que el cliente se sigue quejando. ¿Einch? ¿Y eso cómo puede ser? Miremos mejor por si nos hemos dejado algo. ¿El tamaño quizá?¿O será el color verde, que no molesta pero pega a muerte con mis calcetines amarillos? ¿O la puntera? ¿Demasiado estrecha? ¿Demasiado ancha? ¿Demasiado larga? ¿Demasiado corta? ¿Demasiadas preguntas? Demasiadas preguntas, efectivamente.

Y ninguna hecha al cliente, que es quien puede y debe responder. Recuerden que nuestro buen amigo Sherlock nunca deducía sin preguntar, como nunca contestaba sin precisar. La verdad es que un poco plastilla sí era el tipo. Pero eran otros tiempos. Imaginen si no, si vivieran hoy, dos pavos vistiendo raro y viviendo juntos (tela el gorrito con orejeras y la capa de Chupamán casposo del amigo Sherlock; sólo le faltaba el calzoncillo por fuera al pavo). ¿No creen que ya les habrían endiñado una identidad sexual sin haberla pedido? Bueno, al grano.

Pues eso, que lo mejor es preguntar directamente al cliente, que es el que sabe ya que el que calza y sufre es él. Así que, en su territorio él es el que sabe. Otra cosa es que le dejemos largar allí donde no pincha ni corta, que lo de que el cliente es el rey sigue siendo válido siempre y cuando sea rentable. Rentable en cualquier acepción. Puede ser incluso en tiempo dedicado y consumido, en pasta, gansa o no, en reconocimiento, en... Así pues, que el tipo se pone pesado con que le bajes los precios, lo siento, pero a rey muerto, rey puesto. Que exige la luna, pues nada, a la Nasa, que aquí de eso no usamos. Y “asín, sucesoriamente”

Y de ahí, a la segunda pregunta: ¿para qué? Bueno, aquí cuando el cliente nos diga lo que quiere, si no encontramos un sentido o justificación a lo que pide le haremos la pregunta de rigor. Y con la respuesta atacaremos a la tercera: ¿por qué?
Ah, eso sí, hagan de estas preguntas un bucle quasi infinito y paren cuando sepan exactamente cómo huelen y cómo duelen los zapatos de Su amado y, recuerden, rentable Cliente, así con mayúsculas.

Al fin y al cabo no creo que quieran que a Sus clientes les ocurra lo que a aquel pobre hombre que pilló un mal sastre y caradura que después de hacerle retorcerse como su esqueleto no le permitía para poder encajar en el traje imposible que le había cosido arrancaba pena y compasión de la gente: “Míralo, pobrecillo, lo mal hecho que está y lo bien que le sienta el traje”.

Pues eso, sean Ustedes buenos sastres y pregunten como si fueran a llevarlo Ustedes, no esperen a que el traje esté cosido. Inspírense en nuestro querido amigo Sherlock y pregunten como lo haría él. Y déjenlo ahí, no vaya a ser que les sirva también de modelo de pasarela y los confundan con Paco Clavel.

Y una vez hayan cosido el traje, entonces sí, entonces recomiéndenle unos buenos zapatos, háganle dar unos pasos y vuelvan a preguntarle. Y si no saben dar con la respuesta, quítenselos, cálcenselos Ustedes, aunque sea una cochinada y aprecien el valor de la información que estos les darán, aunque de ahí tengan que ir directamente al dermatólogo, que en peores plazas hemos toreado. ¿O no?

Que Ustedes lo calcen bien.

viernes, febrero 01, 2008

Genialidad Estratégica .-


Bueno, por una vez, y sin que sirva de precedente, hoy vamos a hablar de estrategia. De estrategia con mayúsculas. Y no de planes estratégicos, ni de cuadros de mando, ni de factores estratégicos ni de nada de eso. Así que dejamos a un lado la operativa. Pero no se preocupen, volveremos, la operativa y el inoperante, osea, yo, moi.

Nos dirigimos hacia la estrategia con paso firme, y qué mejor que hacerlo con un caso práctico, que es como se miden los resultados pues aquí el soporte ya no es el papel sino nuestro bolsillo, o más bien el de la empresa, y con ello, el de los accionistas.

Normalmente, cuando se traza una estrategia se necesita más papel que velas se utilizaron en el descubrimiento de América. ¿Por qué? No se me enfaden pero, simplemente porque no somos estrategas; jugamos a serlo pero mejor sería que no nos sacaran de las guerras de soldadetes de plástico, de esos que parecían frankensteins pues no sabías dónde terminaba el brazo y dónde comenzaba el fusil.

¿Han leído algo de estrategia militar? Puede que a los progres les joda que esta gente haya hecho algo que sea de utilidad pero, qué se le va a hacer: ya saben, la realidad, tozuda ella. Hablando de progres, los anglosajones tienen un palabro para definir lo que le ocurre a esta gente cuando se trata de juzgar y seleccionar a los demás (este es de los míos, este no). Imaginan con fuerza que es así, tal y como lo piensan ellos y terminan creyéndoselo. Es lo que llaman “wishful thinking”, formación de creencias e incluso toma de decisiones de acuerdo a lo que nos gusta imaginar en lugar de hacerlo de acuerdo a lo que dice la evidencia o la razón.

Pues eso, que los militronchos no me ponen, pues nada, los odio y los odio hasta que se conviertan en malos malísimos. Que mis amigos contaminan más que una Montesa Impala, pues, eah, al que le moleste que se aguante que son de los míos. Total que, tanto criticar a los militares y a tanta otra gente para que luego digan: a mí la legión, y la legión acuda sin preguntarse quién tiene razón en la trifulca. Quién la va a tener, ¡¡¡ mis amigos !!! Ala pues, con dios.

Ya ven que de nuevo estoy ya por Úbeda. A lo nuestro. Como iba diciendo antes de enrollarme, hay gente que es capaz de sudar estrategia sin necesidad de lápiz y papel, como hicieron los grandes de este planeta. Enumeremos: Alejandro Magno, Julio César, Napoleón, Genghis Khan... Todos ellos pergeñaron sus mapas, movimientos, avances, posiciones, etc. en etéreas arenas de las que ya no queda nada. No necesitaron nada más. Y nada menos.

Podríamos pensar que marcar los designios de una empresa hoy día es harto más difícil que dirigir un ejército. Pero quizá no hayan pensado en que, si nuestro dinero nos importa bastante, qué no les importaría a esta gente su propia vida. Como para pensárselo bien, ¿no les parece? Vale, eran otros tiempos y bla-bla-bla.

Imaginen no obstante la escena, una explanada a la que nuestra vista no alcanzaría a dar fin, filas de hombres, carros, caballos y armas móviles a lo largo de ella. Enfrentado el enemigo con igual fuerza numérica. Si en la empresa hablamos de visión global ¿de qué tendríamos que estar hablando aquí? Y si en nuestros tiempos es difícil imaginar a vista de pájaro, traten de verse en medio de una jauría de polvo, armas y sangre y díganme cómo podían dejarse las cosas al azar. Hacía falta mucha imaginación para “ver” el discurrir de tanta gente y movimiento en un terreno del que no teníamos ni un simple mapa decente. Ni GPSs, of course. Ni Google Maps, qué va.

Bien, ¿cómo lo hacía esta gente? ¿A lo loco? ¿Con mil planes imposibles de manejar en mitad de la batalla? ¿Con haikus quizás? Es decir, ¿con la esencia y la sencillez? Seguramente, pues todo aquello que no fuera simple podría tener efectos impredecibles cuando multiplicara los efectos incontrolables de la concatenación de sucesos y circunstancias indefinidos, indefinibles e impredecibles.

Joder, Capitán Gonzo, así no hay quien se entere de nada. Vale, hagámoslo más sencillo. La clave de su éxito estaba en la efectividad, la sencillez y el equilibrio entre el corto y el largo plazo y efecto. Es decir, en golpear rápido, en golpear fuerte, en el sitio preciso y previendo el siguiente movimiento del enemigo, controlando a su vez, el propio.

Y, pequeño detalle éste, en utilizar y aprovechar el entorno, especialmente si lo hacíamos de una manera poco ortodoxa. Es decir, de una manera que nadie pudiera imaginar. Que sorprendiera, vaya. Y si además se tenía capacidad de reacción e improvisación, la cosa ya era para nota, como el pelos de clase de anatomía de un post anterior.

Bueno, ¿y el caso práctico? Está bien, ahí va. Seguro que si nos encomendaran un plan estratégico para ganar cuota de manera más que evidente, en plan victoria y desfile militar nos centraríamos y concentraríamos en palabras como, y aquí todos tendríamos como para un libro o dos, excelencia, cliente, servicio, innovación, costes, diseño, etc. etc. etc. Ego absuélvame padre porque yo soy pecador, reincidente y adicto. Y no aprendo.

Pongamos que se tratara del sector de la informática personal. Vaya, parece que ahora está más difícil todavía. Recordemos algunas de las características del mismo: sector “comoditizado”, es decir, coexistencia de productos similares, al menos para los profanos, y en el que el precio es el valor diferencial. Atomización de competidores, es decir, “muchísmos” y con pequeñas cuotas cada uno. Con un quasi-monopolio (que se lo digan a la UE) en las “savia” de los “hierros”, léase software. Donde quien pacta (hierro se asocia con soft) se pega “una jartá”. Con infinidad y multiplicidad de aplicaciones, programas y chuminadas mil que hacen de un campo de trigo una jungla impenetrable e incomprensible. En definitiva, una merienda de negros (y perdón por lo de merienda, que ya sé que es racista pero no encuentro otra expresión más acertada y voy con prisa).

Quizá ahora intuyan a qué me estoy acercando. ¿Todavía no? Bueno, voy a decirles qué NO ha hecho esta empresa para pasar más tarde a apuntar lo que sí ha hecho. Ahí va:
  • No ha lanzado productos más baratos. Al contrario, sigue siendo de lo más carito.
  • No ha ampliado su gama hasta hacer de ella un lineal de hipermercado.
  • No ha gastado fortunas en comunicación
  • No ha revolucionado el mundo tecnológico más de lo que ya lo había revolucionado
  • No ha aumentado la fiabilidad de hierro y soft más allá de lo que ya era
  • No se ha aliado con gigantes del sector. No, ni mucho menos, los ha comprado
  • No... (nótese ya el cansancio de este pobre y castigado capitán)
¿Qué ha hecho entonces? Atacar por donde nadie lo esperaba, menos aún su más grande rival. Y se ha movido con sigilo, ¿qué importa un soft para almacenar, reproducir y gestionar música, dando la posibilidad de dar un sello único y personal a mis listas de escucha? ¿Y un aparatejo caro como ningún otro para escuchar la musiqueta? Déjalos, que son pocos y pequeños. Recuerden qué dijo el capo mafioso que mató al padre y a un hermano de El Padrino en una de las primeras secuencias. Era algo así como: “Ahora este niño (por quien sería más adelante El Padrino) es pequeño, inofensivo y está indefenso, pero un día crecerá. Y querrá matarme. Mátalo ahora”.

Y, ahora, veamos qué es lo que sí ha hecho:
  • Ha trabajado y comenzado con lo sencillo, un programita de soft (iTunes)
  • Ha lanzado un complemento para ese soft (iPod)
  • Ha dado aire a un mercado, el de la música, que los propios interesados están dejando morir por ineptitud y codicia (iTunes Store).
  • Ha dado con una imagen sencilla, clara y directa. Y sin estridencias de color ni embalaje (alguien ha visto la cajita del iPod)
  • Ha enganchado a sus usuarios y compradores para que se sientan comunidad
  • Ha potenciado su independencia a pesar de ser identificados con una comunidad (¿sabían que hay discotecas en las que cada cual baila al son de su iPod en lugar de al ritmo de una música omnipresente en la sala?)
  • Ha convencido a la gente de que pase del gestor al hierrecillo (iPod) y de ahí al hierro (iMac, etc.)
  • Ha incluido el soft de su principal competidor, ese que no deja que las visitas se acerquen al felpudo de la entrada de su casa.
  • Etc. etc. etc. etc. etc. etc. etc. etc. etc. etc. etc. etc. etc. etc. etc. etc. etc. etc. etc. etc. etc
Ya ven, en síntesis ha planteado batallas a corto, sin despistar el ojo sobre la panorámica, se ha elevado hasta su cénit para anticipar movimientos del contrario, ha actuado dominando el tempo, sin necesidad de reaccionar ante un desplazamiento previo del oponente y ha tenido la determinación suficiente para ser paciente. Y con todo ello ha llegado un aumento de cuota espectacular. Y eso que siguen siendo más caros que casi nadie.

Ah, y otra cosa, ¿saben cómo comunican? ¿No? Pues, ala, visiten su web y busquen en internet mac ó apple y díganme si eso no es marketing viral y comunidad.

Eso, eso es estrategia. ¿Y a que no hemos hablado nada de megaconceptos? Pues no. Seguro que los ideólogos y estrategas de Apple han tenido claros todos los palabros que he enumerado más arriba. Pero a ellos lo único que les ha importado ha sido el darles forma, plasmar esos conceptos en una realidad, que es además accesible para quien tiene que comprarlo: olé.

Por cierto, este no lleva escudo ni casco pero el general de esta tropa se llama Steve Jobs. No sé si tendrá carisma, si será un buen líder, o ni siquiera si lo será. Lo único que sé es que con alguno más como este tipo sobraríamos unos cuantos: yo el primero. y que tire la primera pied...

Nota: Les dejo un par de recomendaciones: la primera es un discurso del pollo en cuestión; está en inglés pero, si buscan un poco en internet lo encontrarán subtitulado en español. http://es.youtube.com/watch?v=D1R-jKKp3NA

La segunda, un libro interesante que regalé recientemente a un muy buen amigo y mejor gente (espero que ya puedas desmenuzármelo, Juan, y con lo que le estás pegando al inglés que puedas también contarme qué dice el tipo este, que no “se l’entiende ná”)

LAS 33 ESTRATEGIAS DE LA GUERRA
Robert Greene. 2007
ESPASA. ISBN: 9788467024395