miércoles, diciembre 21, 2005

Claves del Management: Planificción

Hoy está el asunto facilito. Si en el post anterior el significado se desvelaba paso a paso, en este caso lo hace a bocajarro. Y lo más curioso es que este palabro no es fruto de la planificación ;-), sino del azar. Mejor dicho, de una errata, y, paradójicamente, generada por nuestro responsable de mejora. Ya ven, pasamos a llamar al departamento de calidad departamento de mejora y sin embargo, y aún así, sigue cometiendo errores: lo que hay que ver.

En fin, no seamos sarcásticos y pasemos al tajo. Planificción: planificar lo imposible. Es decir, lo de siempre. Especialmente frecuente en otoño, cuando los presupuestos, los objetivos y las hojas caducas caen. Sí, porque los presupuestos y los objetivos no son perennes, parecen siempre los mismos: inalcanzables, de broma, estratosféricos, etecé, etecé, etecé. Pero, mírenlos bien: cambian de año en año. Y sin embargo, nunca enmiendan el error. El error de excedernos en nuestra ambición, de intentar recuperar el tiempo perdido en un solo ejercicio, de querer alcanzar la gloria para dejarlo en un morir con las botas puestas. En fin, lo de siempre.

Otro caso bastante corriente, aunque debería decir habitual; es decir, que ocurre con frecuencia aunque debería ser considerado anormal, excepcional, fuera de lo ordinario. El de las programaciones de producción, ventas, etc. Aquí ya rozamos lo galáctico, incluso nos acercamos a lo extraterrestial. Y de ahí, a un paso, desde las galaxias y sus guerras, pasamos, por continuar con el cine, a misión imposible. ¿Suficiente cine? ¿No? Pues, como estreno de la temporada, todavía queda El Barón de Munchausen, que era como Pippi Calzaslargas pero con barba y tenía más imposibles que los punks de los 80 (¿o era imperdibles lo que usaban?)

Por cierto, este producto, las programaciones, es totalmente reciclable y versionable. De hecho, conozco empresas que van ya por la versión 9.3 y subiendo. Y además, sin propósito de enmienda. Total, ¿para qué? Ande o no ande, caballo grande. Si rebajamos nuestras pretensiones dirán que tenemos psicosis y nosotros somos fieles al mejor imposible. Y si nos preguntan que porqué lo hacemos, por qué seguimos fieles al camino que no queremos desandar, diremos que por un puñado de dólares. Ah, y por la misión.

Que no sea por visión, ni por la falta de ella. Si hay que planificar, aquí estoy yo para llevar a la empresa, solo o en compañía de otros, de aquí a la eternidad, en un desafío total. Así que, la mediocridad tiene los días contados. Eraser, o sea yo, no deja asignaturas pendientes, aunque eso suponga sangre, sudor y lágrimas.

En definitiva, aparcando el cine por unas líneas, nos cegamos y dejamos cegar por la ambición personal, individual o colectiva, en un ejercicio suicida que nos impedirá estar vivos para el reparto de bonus (esta vez va en cursiva, no por hacer referencia al cine, sino por ser un palabro inglés). Además, ¿por qué vamos a ser prudentes? Es un término que en la empresa ya terminó. Así, si hay un departamento que dice que puede llegar a cien, yo a mil, sin perdón, y si no sale bien, nos daremos el castañazo. Pero nos lo daremos todos, que aquí, nadie conoce a nadie. Y si no, rebelión a bordo; se acabó el hombre tranquilo. No te digo, mira quién habla.

En fin, que todo esto venía a que, de nuevo, vamos de un extremo a otro y, de no planificar, pasamos a diseñar en papel (o formato digital, como ustedes prefieran) el futuro más imposible. Bien alejado, que no se diga, que las cosas hay que hacerlas brutales, caiga quien caiga. Si no, ¿cómo vamos a crecer y cómo vamos a crecer lo suficiente para alcanzar el potencial máximo de la empresa? Por cierto, ¿quién coño definió cuál era el potencial ese? Si lo conocen, tráiganmelo, que tengo unas palabrillas pendientes con él.

Y digo yo, ¿no sería mejor ser menos ambiciosos y conformarnos con hacer las cosas bien, o al menos regular? No sé si así la empresa estaría en el Ibex 35, pero seguro que ustedes y yo sí estaríamos menos nerviosos ahora que comienzan a llegar las nieves y con ellas las valoraciones de fin de año. Por cierto, dicen que, año de nieves, año de bienes, ¿ha nevado entonces para ustedes? En mi caso, la nieve caída ya es hielo por lo que ya estoy rezando para cuando me dé el golpe. Feliz Navidad y prudente planificación nueva.


Postdata: Por cierto, David, ya que te he nombrado de nuevo como artífice del palabro, sal y saluda, que el público quiere verte. Gracias y no te quedes en el escenario que aquí no se llevan los bises, que el escenario es el del cine, no el del teatro…

Y por cierto, a ver si produces más y mejor, que me estoy quedando sin palabrejas para mis posts. Así que, tú déjate llevar, que lo demás llegará sólo.

No hay comentarios: