miércoles, enero 30, 2008

Haiku 2

Hola Capitán Gonzo,

me gusta el post que has propuesto. Una vez leí el siguiente poema:


Bajo el hacha de la luna nueva

se esparcen las flores,

al alba.


Saigin



El cuadro se llama Nubes al alba sobre un pueblo de pescadores. Liang Ronghong.


Nacho

Haiku .-


Poema breve de 3 versos originario de Japón que no tiene título, rima ni signos de puntuación. Esto es, brevemente y simplificando un haiku. Surgidos habitualmente de la observación, casi siempre de la naturaleza, tan sabia ella. Como los japoneses, sabios ellos también. Intenta recoger en síntesis mucho más de lo que podría expresar en tan pocas palabras.

Y esa proeza no puede surgir más que desde la paciencia. Y de la observación, como ya he dicho. Y por ello de la curiosidad. No puede observarse si no se persigue un fin ulterior, si no existe una cierta ambición, sana y egoísta pues su bien, el saber, el conocer, sólo redunda en uno mismo.

Les dejo aquí uno de ellos. Leánlo y reléanlo. Traten de mutilarlo sin miramientos y verán que no es posible. Que no sobra ni falta cada una de sus palabras. Que el ritmo y la música que contiene hace imprescindible todas las sílabas y letras. Que el sentido se encuentra y afianza al leerlo en voz alta. Escúchense leyéndolo. Deléitense.

Y luego vuélvanlo a leer. Y vuélvanlo a leer. Y cuando crean que ya no les aporta nada más, que ya no les descubrirá pequeñas parcelas desconocidas, abandónenlo. Pero manténganlo siempre cerca.

Leve es la primavera:
sólo un viento que va
de árbol en árbol
(Usuda Arô)


Durante una estancia en un monasterio benedictino, hablando con el padre hospedero acerca de los salmos, antífonas e himnos, le pregunté si no llegaba a resultarle monótono repetir los mismos textos vez tras vez.

Fijó sus ojos en los míos, no con dureza sino con una cierta compasión tal y como comprendí más tarde, y me dijo: “cada cierto tiempo, cuando vuelvo a leer frases y salmos mil veces leídos, encuentro algún pequeño detalle que hace que aquello tenga sentido, o que, sencillamente encuentre un nuevo y más profundo significado. Dios no deja de sorprenderme cada día. Por eso le he dedicado los últimos catorce años de mi vida. Y él me recuerda que está junto a mí con sus pequeñas sorpresas, con esos pequeños matices”.

La verdad es que le he dado muchas vueltas a esa respuesta. ¿Cómo puede ser que frases sencillas y diáfanas nos desvelen su sentido en pequeñas dosis? ¿No deberíamos ser capaces de comprenderlas todas a una, en una sola lectura, simples como son?

Parece ser que no, que yo al menos soy bastante más ignorante de lo que siempre he creído pues he comprobado que lo más sencillo sigue sorprendiéndome y mostrándome otros aspectos desconocidos aún a pesar de haber acumulado muchas primaveras más, como las del haiku.

Pero al final creo haber encontrado la respuesta, el porqué: la esencia. Exacto, no había dado con la esencia. Tan sólo me había centrado en la forma y no en el fondo.

Así que no me queda otra que tener fe, algo paradójico en un ateo “formal”, y paciencia pues la una sin la otra de poco sirven. Fe porque sé que si persevero llegaré a la esencia; paciencia para dejar que la fe haga su trabajo.

Y si comprendo la esencia podré expresarme con haikus en lugar de con frases y conceptos enrevesados. Es más, podré dedicar mis esfuerzos a lo que de verdad importa, y no a lo que los demás y mis sentidos me digan.

Por eso es necesario volver a los haikus con cierta frecuencia, para cerciorarnos de que todavía pueden aportarnos esa clave que no nos permite progresar aun cuando veamos que estamos dando un paso tras otro pues moverse no es lo mismo que avanzar ¿Dónde queda la dirección?

Eppur si muove dijo Galileo para confirmar su convicción de que no da lo mismo qué astro gire en torno a cuál, lo diga quien lo diga. Hoy, mucho tiempo después, la tierra sigue desplazándose alrededor del sol en un movimiento elíptico como él predijo. Y el sabio italiano no tendría que retractarse hoy de unas ideas lanzadas cuando nadie supo ver lo que él vio: la idea simple a la que llegó gracias a su curiosidad y meses de observación. Tan simple, tan esencial que le permitió desafiar a todo menos a aquello que como el haiku no puede ser ampliado ni reducido, tan primigenio como es: la realidad.

Así, frente a su papel en la empresa tienen dos opciones: lean lo que otros han escrito y dirijan “de manual” o “de oídas”, o bien escriban su propio haiku, su idea esencial y acompáñense de paciencia, fe y determinación y podrán así hablar con la convicción de Galileo. Al genio le ha juzgado el tiempo, demasiado eso sí, pero a Ustedes y a mí nos juzgarán los resultados. Y, ya saben, a los únicos a los que favorece el tiempo es a los genios, al resto nos perjudica pues no nos permite trascender más allá de nosotros mismos. En todo caso, siempre nos quedará el orgullo de pertenecer al “glorioso montón”. Y el haber intentado descubrir la realidad en lugar de permitirnos el lujo de vivir una realidad ideada o inventada por otros.

Yo, como Galileo, prefiero ser dueño de mis fracasos que deudor de éxitos ajenos. ¿Y Ustedes?

sábado, enero 26, 2008

¿El Huevo o la Gallina? .-

Si por algo se me conoce y recordará en mi andadura profesional en esta empresa es por la facilidad para endiñar con la que me prodigo. Lo que sea, la verdad es que me desenvuelvo con soltura en todo tipo de arte: desde objetivos hasta responsabilidades pasando incluso por recomendaciones de lectura. Un fenómeno, oigan. Pero un incomprendido también. Qué se le va a hacer, son cosas del oficio.

De hecho, cuando hace ya un tiempo preguntaron por la frase que mejor me definía, oh sorpresa, esta fue “te lo endiño”. Entenderán ahora porqué mi despacho tiene menos visitas que el peluquero de Anasagasti, no vaya a ser que al verme les replique el modelito capilar del pollo en cuestión y encima se vayan de allí con trabajo para varios días. Por cierto, no sé si este hombre tiene peluquero o mondador porque parece que le hayan confundido la cabeza con una naranja, se hayan puesto a mondarla y al final haya dejado el trabajo sin finalizar, dejándole colgando toda la monda sujeta por un repelillo en un lateral de su croqueta. ¿Lo han visto en un día de viento? Seguro que saben a lo que me refiero.

Pues como les decía, sí, me confieso, soy un adicto endiñador, esclavo de mi vicio y fiel a mi reputación. Por eso, y sirviendo de precedente, esta vez cambiamos las tornas. Así, en lugar de leer cómodamente en la sillita frente al ordenador les pido que sean más activos que pasivos y respondan a una pregunta. Pueden seguir sentaditos en la misma silla y posición pero, ala, denle a la tecla y a la croqueta. Exacto, paso de trabajar a endiñar, que también requiere su esfuerzo, no crean.
Ahí va pues the question: ¿es indiferente el orden de los factores en la siguiente inecuación? Operativa < > Estrategia, representando el signo < “debe acometerse después de” y > ”debe acometerse antes de”.

Y no me contesten con un to be or not to be, que las ambigüedades no valen en este ejercicio. Así pues, mójense y díganme si es preferible acometer la operativa antes que la estrategia o viceversa. Es decir, si no le pego a las dos cosas con naturalidad y éxito (pequeño detalle este), ¿en qué debo centrarme? Ah, y digan también el porqué, no me contesten con un estrategia u operativa. Estírense y no me sean parcos.

No vayan a hacer como aquel estudiante de medicina que casi alcanzaba la edad del catedrático, de anatomía en este caso. En una clase práctica, al haber dejado al descubierto un fémur del paciente (por lo de paciencia, más que nada porque estaba muerto y tiempo le sobraba todo el que quisiera), el catedrático dijo: a ver, usted, el pelos ese canoso del final, ¿nos puede decir qué es esto?

El alumno, que estaba haciendo de cada curso una licenciatura con máster, no por la profundidad sino por la duración, se acarició la barba, canosa ya, miró el cadáver y tras unos segundos dijo con un marcado acento castizo: “eso, eso es un güeso”.
El catedrático, sin inmutarse le replicó: “Efectivamente, excelente deducción. Le agradecemos que no quiera abrumarnos con detalles pero, adelante, díganos de qué hueso se trata”. A lo que el aventajado alumnos contestó: “¡Eh! Que no voy “pa’ nota”.

Pues eso, no me escatimen detalles y expláyense si no quieren que la próxima vez que nos crucemos les endiñe uno del 15. O peor aún, saque las tijeras del bolsillo y les pele la mandarina siguiendo el manual de corte de la señorita Pepis. En fin, que siempre será mejor colgar un comentario en este blog que no sufrir al Capitán Gonzo Manostijeras.

viernes, enero 25, 2008

Los Siete Pecados Capitales - El Síndrome de la Ardilla (II) .-


Apenas hemos olvidado la navidad y vamos ya camino de la Semana Santa. Y como cada inicio de año toca pensar en lo que no vamos a volver a hacer, en nuestras buenas voluntades e intenciones. Y, ya de paso que nos acercamos en procesión hacia las letanías, pasos y martirios, ¿qué mejor que hablar de nuevo de pecados y pecadillos?

Exacto, pecados para los demás, pecadillos sin importancia para nosotros, hombres y mujeres de bien (las incluyo a Ustedes señoras obligado por miedo y no por no tenerlas presentes en mi pensamiento, créanme que siempre lo están. Y el miedo es que no vayan a estar mirando los de la sgae o los modernillos y me denuncien por misógino). Pues eso, que nosotros no pecamos a lo grande, no apalancamos nuestros pecados para coger músculo redentor, no vaya a ser que el de arriba nos haga una opa, nos absorba y se joda el invento.

Bueno, sin ánimo de ofender ni blasfemar, que no es la intención de este ateo en la forma que no en el fondo (otro día hablo de esto). Hablemos pues de pecados, capitales, eso sí y, por supuesto, en la empresa. ni en la suya ni en la mía, pero en la empresa al fin y al cabo, que algunas más hay, pues haberlas haylas.

Y qué mejor que explicar con una pequeña parábola otro de los hábitos ya conocidos: el de la ardilla que no veía porque no quería ver.

Esto me remonta a mis tiempos infantiles, unos 9 años, quizá alguno menos. Teníamos en casa una pequeña ardilla vietnamita creo, de esas marrones con rayas negras en el lomo. Un animal listo, vivo e inteligente como no he vuelto a ver. Y animales he visto un rato. Más de médico que de veterinario pero animales-animales.

Bueno, este pequeño roedor, como se llamaban en los dibujos animados de mi época, se escapó de la jaula en la que la teníamos, crueles nosotros, día y noche. Créanme si les digo que su potencia de salto dejaría el récord actual de los 8,95 humanos en migajas. Saltó por todas y cada una de las partes de nuestra anatomía cuando, en inútiles intentos por atraparla nos tumbábamos en el suelo, nos arrodillábamos, y hacíamos piruetas que mi cuerpo no podrá ya repetir.

Tras una buena media hora de tira y afloja por el pasillo, haciendo etapa en las cortinas, en el taquillón de la entrada, debajo de un sillón y encima de una silla, la ardilla llegó a esconderse detrás de un radiador de aquellos de hierro colado, grandes y altos. Estábamos pensando en cómo atraparla, si con una toalla para no dañarla, si con una caja, o directamente con las manos, cuando percibí el diferente carácter que tenía aquella situación para la ardilla y para nosotros. Imagínense, 3 personas, más de 150 kilos enfrentándose a ¿200 gramos?

Mientras la observaba entre los tubos del radiador noté un movimiento leve, discreto, pero continuado por su parte. Estaba moviendo la cabeza hacia un lado. Imaginen la escena: la ardilla metida tras uno de los tubos del radiador, y sujeta a él con sus garritas y todo esto a una altura que nos obligaba a arrodillarnos mientras que seguro que a ella le producía vértigo.
No podíamos meter la mano entre los tubos para atraparla, ni por un lateral y detrás, ni por arriba, imposible por abajo. Así que la mirábamos por el frente y entre los tubos mientras pensábamos en cómo hincarle el diente, figurado eso sí.

Por el simple proceso de la imitación ladeé la cabeza al tiempo que lo hacía ella hasta que me di cuenta de lo que pretendía. Estaba ocultándose. Hoy me río de su ingenuidad. Ayer también. Una vez que uno de sus ojos (les recuerdo por si no tienen el National Geographic que la mayoría de los animales tienen un ojo en cada lado de la cara y no en el frente como nosotros) quedó oculto por el tubo del radiador y el otro miraba hacia la pared que quedaba tras ese mismo radiador se quedó inmóvil. Eureka, habíamos desaparecido, al menos a sus ojos.

Pedazo invento, pensé. Eso sí que es magia y no lo del Copperfield: cubres tus ojos, anulas tu campo de visión y tus problemas desaparecen. Bueno, seguro que se han reído un rato a costa de la ardilla. Pues, déjenme decirles con toda la solemnidad que nos ha traído esta legislatura, que no deberían. Quizá piensen que, amén de inocente, la ardilla era un poco tonta. Hombre (perdón, y mujer también), les recuerdo que se trata de un pequeño animal, de inteligencia bastante inferior a la nuestra. Al menos a priori.

Porque la verdad es que he observado la misma conducta en bastantes ocasiones. Pero, esta vez no en ardillas ni en otros silvestrillos de los que fueron creados para servirnos, según dicen. Si no en humanos. Y he dicho humanos, que no seres racionales. Tampoco he dicho inteligentes ni nada parecido. Dejémoslo en humanos, que bastante es ya.

Naturalmente no suele ser tan evidente ni tan parecido al caso de la ardilla, principalmente por el hecho de que yo todavía no he podido meter a alguno de estos tipos detrás de un radiador. Así que el sistema empírico tradicional queda descartado. Nunca sabremos si puestos en la misma situación actuarían del mismo modo.

Sin embargo, sí podemos encontrar comportamientos análogos. Y quizá alguno de estos les resulte familiar. Alguien, y no miro a nadie, dice hoy, día D, algo, pongamos A, por ejemplo. Bueno, pues mañana, día D+1 o simplemente E, no le interesa seguir pensando A, puesto que ha pasado a interesarle B. El individuo en cuestión, y no miro a nadie, puede seguir dos estrategias. A saber: negar vehementemente, cual Patiño televisiva, haber pensado, nombrado, escrito, cincelado, grabado, intuido, imaginado, etc. nada parecido o bien, y esta es para iniciados, contestar manzanas traigo cuando le pregunten que adónde va.
En resumen, que uno cambia de opinión, pues nada, se niega la mayor y, voilá, todos los problemas y disensiones desaparecerán tras el tubo del radiador de la vida, ese que tanto quema y, a veces, tanto jode.

Esta gente, y no miro a nadie, llega a creer que, mientras él o ella se aferre en su cabeza a la idea que más le convenga, indiferente cuántas veces se diga, desdiga y contradiga, todo, tanto la realidad como el resto de la gente mutarán hacia ese pequeño nirvana de onanismo onírico que se ha creado. Algo así como: yo hago la realidad. O, el mundo comienza y termina en mí.

Así pues, ya han visto que es sencillo. En esencia se traduce en lo que decía un buen amigo: si no puedes convencer, confunde. Aunque sea sólo a ti mismo. Solo que para ello hace falta ser algo más inteligente que una ardilla, al menos que la mía.
Pero no vayan a pensar que estoy haciendo un ejercicio de psicoanálisis sobre la conducta en el ámbito personal o social. Seguro que si hablamos de cifras, proyectos, plazos, responsables y las respuestas dadas e incluso anotadas con luz y taquígrafos la cosa les suena un poco más, ¿no?

Yo, por si no se habían dado cuenta, sé de este pecadillo capital por la historia de la ardilla, la que les he dicho que me ocurrió hace ya demasiado años. Por lo demás, no me he vuelto a encontrar con nada parecido. Ya saben, yo, como siempre, hablo de oído. Espero que tengan tanta suerte como yo. Mientras, yo me voy a encargar un antifaz, que pesa menos que un radiador y permite dejar de ver lo que no se quiere ver.

sábado, enero 12, 2008

El Tonto del Pueblo .-


Mi abuelo paterno, apenas le conocí pues “se marchó” como dice mi padre cuando yo tenía diez añitos, era un hombre, al parecer, de rompe y rasga. Genio y figura como suele decirse. Además de una persona con carácter, y no me lo confundan con genio y mucho menos con el malo.

Pues lo dicho, era de quienes tenían una sentencia para cada ocasión. Y cuando digo sentencia quiero decir sentencia que no frase.

Yo, la verdad es que nunca llegué a escucharle ninguna, o al menos no la recuerdo. Pero sí me han llegado algunas de ellas por mi padre, testigo de excepción de momentos de los que merecen repetición y moviola (¿recuerdan qué coñazo de programa? Como ver morir al malo 357 veces en dos minutos. ¡Y siempre muriendo igual, ni una variación, ni nada! )

Incluso me han llegado eso que cierto humorista dio en llamar “cazoz verídicoz”. Sí hombre, esas historias que siempre les ocurren a amigos nuestros pero que parece que nos hayan ocurrido a nosotros, tanta profusión de detalles que somos capaces de dar.

Bueno, pues hay uno de esos “cazoz” que a mí me gusta contar y repetir siempre que veo una ocasión pintada al dedo (vaya redundancia más estúpida, ¿no?). Ahí va. Espero que les guste.

Dos amigos de ciudad, pongámoslo fácil, que sean además de los míos, de los que “me ponen”, digamos que emperdedores, o consulteros, o enterados. Pues eso, salen un Domingo a comer a un pueblo cercano y allí Enterado I le dice a Enterado II: chico, no te lo creerás pero, yo que ya he venido a este pueblucho de mala muerte en varias ocasiones he encontrado algo que hacía tiempo que no veía.

¿El qué? pregunta Entereado II

No te lo creerás, tron: un tonto. De esos que se pegaban media vida en la plaza del pueblo y la otra media sorbiéndose la baba que le caía. Un tonto de los tontos.

¿Un tonto de pueblo? pregunta Enterado II.

Sí de los que no necesitan entrenar, de los que ya nacieron entrenados.

Vale, sigue pues dice Enterado II

Eso, pues nada, que es de lo que no hay. Lo he puesto un par de veces a prueba y se le hace invisible lo evidente. Yo no entiendo cómo se puede ser tan tonto. Pero es mejor que lo veas por ti mismo. Seguro que si vamos a la plaza lo encontramos allí.

Así pues, Enterado I y Enterado II (joder, esto me recuerda a mis cromos de futbolistas de los 70 con Rojo I y Rojo II - entre las zapatillas del post anterior y mis cromos llevo un día...) se acercan a la plaza. Y, oh sorpresa, allí está Tonto Tontáinez, “sentadico” en la fuente que suele adornar todo centro del pueblo que se precie.

Enterado I a Enterado II, ¿me recibes?

Joder, cómo no te voy a recibir si estoy justo detrás de ti.

Bueno, pues eso, déjame hablar a mí.

Entonces, como siempre, ¿no? - replica Enterado II

Buenos días, buen hombre.

Buenos días nos dé dios.

No sé si se acordará de mí. Estuve por aquí hace unos días hablando con Usted...

Hombre, claro que “m’acuerdo d’Usté”

Enterado I, sonrisa mal reprimida, le contesta “me alegro, me alegro de que se acuerde Usted, porque venía comentándolo con, aquí mi amigo, y le decía que estuvimos haciendo un ejercicio muy interesante de ingenio. ¿Lo recuerda?

Pues mire, no. Aquí me falla la memoria y es que, ¿sabe? la sesera no dá “pa más”.

No se preocupe, buen hombre, que lo recordamos en un momento (guiño de Enterado I a Enterado II)

Mire, yo, tal y como hice entonces, voy a ofrecerle una cosa en cada mano. Y Usted elegirá la que quiera.

¿A ciegas?

No hombre, le he dicho que es un juego de ingenio, no de adivinación. Usted, antes de elegir, verá lo que hay en cada mano.

Ande pués, no “m’haga” esperar.

Enterado I mete su mano en el bolsillo y saca dos monedas, una de peseta y otra de duro , coloca una en cada mano y se las tiende al tonto.

Tonto Tontáinez comienza a entornar los ojos y a mirar de reojo alrededor, como si no se fiara o esperara alguna aparición demoniaca. Luego, vuelve la mirada hacia Enterado I y tras unos interminables segundos escudriñando a su interlocutor acerca su mano hacia la derecha de quien tiene enfrente. Una duda parece asaltarle a mitad de camino. Pero el movimiento corregido no se ve terminado y de nuevo cambia de opinión.

Imaginen la sonrisa de Enterado I al ver el desasosiego mental del tontorrón del pueblo. Mientras, tras varias rectificaciones y movimientos dubitativos, el tonto se decide finalmente por la mano izquierda de su interlocutor. Tonto parece pedir permiso para recoger el premio prometido con la mirada. Enterado I, en un gesto magnánimo y condescendiente asiente con la mirada dándole a entender que tiene su beneplácito para tomar su recompensa. Como si hiciera falta: él, un hombre honesto y de palabra nunca se desdirá de una promesa.

Tonto, en otro gesto apenas asomando en la mirada parece preguntar si puede ya irse a disfrutar de su tesoro. Un leve asentimiento de Enterado II, que ya se ha percatado de la jugada y está en condiciones de apiadarse del desgraciado que encamina sus pasos a la sombra de un alcornoque (amarga ironía piensan Enterado I y Enterado II) confirma el permiso que Tonto apenas había amagado.

Una vez solos Enterado I y Enterado II dice el segundo: no me lo “puedo de creer“. Pero, ¿cómo puede ser tan tonto? ¿Cómo puede ser que haya cogido la pela? ¿Te has dado cuenta de cómo ha dudado? Pobre diablo. Y él tan feliz.

¿Qué te había dicho? Tonto de los de capirote exclama Enterado I rebosando de sí mismo.

Lo siento tío, no me lo creo. No me creo que alguien pueda ser tan tonto. Que no hombre, que no.

Pues ya lo has visto. yo, la semana pasada tres veces se lo hice. Y todas igual, con el mismo resultado.

¿No habías dicho que sólo habían sido un par de veces?

Vale, me has pillado. No quería que pensaras que estaba riéndome de él.

Bueno, vamos ya al comedor que tenemos hora ya y esta gente no espera.

Vale, sí que se ha hecho tarde. Pero adelántate tú que yo tengo que cambiar el agua a las olivas antes.

Pues en el restaurante.

No, que no puedo esperar.

Vale como quieras, pero no tardes, refunfuña Enterado I

Así, y como ustedes ya habrán imaginado, Enterado II se dirige hacia Tonto Tontáinez una vez que se ha cerciorado de que Enterado I no sospecha de sus intenciones.

Oiga, disculpe que le moleste de nuevo. Pero es que creo que no ha quedado claro el resultado. ¿Le importaría que repitiéramos el juego?

Oiga, es que ya me canso. Me parece a mí que se están Ustedes riendo “d’un” servidor.

No hombre, cómo puede pensar Usted eso. No fastidie. Se trata simplemente de que tenemos que estar seguros del resultado.
Así que, Enterado II saca otra moneda de duro y otra de peseta y repite la operación. De nuevo movimiento dubitativos por parte de Tonto. Una, dos, tres veces aproxima y retira su mano de la de su opuesto (¿o más bien opositor?). Finalmente, y para desilusión de Enterado II Tonto recoge la moneda de peseta. De nuevo cruce de miradas y asentimientos con leves movimientos de ojos y cabeza.

De nuevo también Tonto encamina sus pasos hacia su fina ironía (tan fina que debo explicarla: el alcornoque). Pero aquí todo cambia: Enterado II no puede dejar así a ese pobre hombre. Encamina sus pasos hacia él. Tonto, en un acto reflejo e involuntario tensa la mano dentro del bolsillo con las monedas y las aprieta, más si cabe, contra su pierna, protegiéndolas de una devolución forzosa y temida.

No se preocupe, que no vengo a quitarle lo que ya es suyo. No, en realidad vengo a hacerle un favor.

¿Qué favor?

Mire, hombre de dios, ¿no se da cuenta de que le hemos ofrecido siempre una moneda de más valor que la otra?. Pero Usted, una y otra vez ha cogido la de menor valor.

Enterado II mira con pena a su interlocutor y no puede reprimir la siguiente pregunta: ¿No se da cuenta de que así no llegará nunca a ningún sitio? Tiene Usted que aprender el valor de cada cosa. Aún no puedo creer lo que hace Usted ¿cómo no ha cogido la moneda de 5 pesetas?

Tonto Tontáinez mira alrededor, de nuevo como si no confiara ni en los árboles que le rodean y pregunta: oiga, esta es la primera vez que le veo por aquí ¿Va a venir más por aquí?

Pues no, la verdad es que no sé a qué viene esa pregunta pero no, no volveré por aquí pues vivo muy lejos y he venido por casualidad acompañando a mi amigo.

Enterado II cree percibir un fugaz brillo en los ojos de Tonto Tontáinez antes de escuchar: bueno, com oya no volverá por aquí no pasa nada por que se lo diga. Pero de esto, ni una palabra a su amigo, que ese si que viene de ciento a viento. Si se lo dice le dirá que ha venido de nuevo aquí.

Así que, tras un silencio como los de los spaghetti western, Tonto Tontaínez, el malo de la peli le pregunta. ¿Me habrían repetido Ustedes el “interesante ejercicio de ingenio” en caso de haber elegido desde el principio la moneda de mayor valor?

A partir de aquí, queridos lectores, que cada cual le dé el final que quiera pero yo me he quedado un poco mosqueado y me asalta la duda: ¿debería haber utilizado el plural en el título del post? ¿O mejor sigo escogiendo el título de menor valor no vaya a ser que no repitan visita Ustedes?

El tendero de la Argesquina .-


Se las trae el palabrejo, ¿no? Seguro que muchos de Ustedes (lo de muchos es por darme moral, que uno anda muy necesitado de ella últimamente) recuerdan 13 Rue del percebe. Exacto, el edificio que dejaba ver la intimidad de sus inquilinos en la contraportada de los tebeos de hace 30 años.

¿Y recuerdan que en el local de la planta calle había un tendero algo taimado y ruin? Bueno, pues ese era el tendero de la esquina, como los que había en cada barrio y casi en cada calle cuando uno era púber, hace tiempo ya.

Estos locales se nutrían de las ventas a vecinos y poco más. Nada que ver con los hiper o centros comerciales de ahora. En ellos ni conocemos ni nos conocen, y dicho sea de paso, ni falta que hace. La única, pero determinante ventaja, era la cercanía, la distancia, siempre escasa entre ambos puntos de interés: el de comprar y el de vender.

Como cuando hablan de tragedias o cosas que no nos interesan, al oír hablar de globalización, de la permanente amenaza o ventaja de contar con un sólo mercado, la cosa tampoco va con nosotros. Eso es algo que queda para las empresas, especialmente las multinacionales, y que afecta a los demás, a nosotros ni de refilón.

Veamos si es así. Voy a contarles mi primera experiencia de lo que es globalización desde un punto de vista personal, no profesional. En este último campo mi experiencia de saberme “globalizado” o de “globalizar” a otros es bastante más amplia.

Uno, que se ha vuelto ya nostálgico por el paso de los años, y la llegada de la edad como dirían nuestros queridos “consulteros”, trata de anclarse a aquello que de joven le permitió sentirse integrado. Donde o con quien fuera, pero integrado. Pero especialmente, trata de obtener aquello que en su día fue inalcanzable, casi siempre por motivos económicos, y que le habría permitido integrarse en un estadio muy superior. Es decir, de estar con la elite, normalmente gente con más posibles, lo cual venía a traducirse en el pack flower-power. A saber: moto (de más de 74cc; por debajo eran “molinillos”), novia de las guapas, no cualquiera, Levi’s y Castellanos y algo de pasta para tomar algún refresco. Qué le voy a hacer, uno aspiraba a ser pijillo pero se quedó en el intento. En todo caso, cada cual que lo ajuste a sus traumas de adolescente.

Sí, ya sé, vaya aspiraciones más prosaicas. Que sí, tienen ustedes toda la razón pero, que tire la primera piedra... Ya saben qué quiero decir.

Pues como iba diciendo, ya en aquel entonces había cosas que deseaba pero que no podía conseguir. Casualmente, o no tan casualmente, hace un par de años vi que Adidas había comenzado a relanzar algunos de sus modelos de zapatillas más afamados. Línea Retro lo llaman. Mi primera reacción fue la de no considerarme un bicho raro, al menos por tratar de llevar unas zapatillas que quise llevar 30 años atrás. La segunda, buscar en internet la magnitud de esos relanzamientos.

A pesar de merecer una mirada atrás en el tiempo, la cosa no daba demasiado de sí pues los modelos no eran todos y eran discriminados por países. Así, algunos de ellos sólo se encontraban en determinadas naciones, como pasa ahora con el talante y el talento, que se concentra por zonas. Tras un buen tiempo de búsqueda con vagas referencias a aquel modelo del que creía conocer el nombre las vi en una foto en la red.

Indescriptible orgasmillo, que para más no daba: las zapatillas que todos en la clase, qué en la clase, en el cole mirábamos y admirábamos estaban disponibles de nuevo. Pero, oh puñetera realidad, ¿estaban realmente accesibles? Uno, que le pega a internet pero no para compulsionarse con compras a lo loco ¡hey!, duda bastante de que de unos cuantos unos y ceros puedan salir unas zapatillas de la máquina del tiempo. Y otra cosa, en caso de que me aventurara a comprarlas, ¿las recibiría o me darían sólo aire y una ilusión por mi pasta como hacen las marcas de moda carísimas? Y la tercera y más importante: ¿de qué tamaño podría ser el roto si osaba pagar con mi tarjeta de crédito?

Bueno, de todos modos, tras 30 años de espera de vano porvenir, la aventura y apuesta merecía la pena. Pero antes, y recordando las sabias palabras de la mujercica de la pañoleta, los experimentos con gaseosa. Así que pregunté cómo hacer que el roto económico de no mediar entrega de las conocidas “zapatas” fuera el menor posible.

PayPal me dijeron y explicaron. La verdad es que el truqui es sencillo y efectivo: ponemos un intermediario entre comprador y vendedor y así el vendedor sólo recibe de Paypal la pasta que el vendedor le ha comunicado. pero no recibe ni un solo dígito de la tarjetita de crédito. Así todos tranquilos (me dirán que el sistema es mucho más completo y seguro, etc., etc. así que quien lo conozca y quiera explicar que lo cuelgue en forma de post en este mismo blog): el que paga no asume riesgos adicionales más que por le valor de la compra y el que vende tiene la certeza de cobrar.

Pero, uno que ha crecido al amparo de las pelis de buenos y malos y ha visto a muchos de los primeros darse la vuelta para rematar al “malo malismo” de la peli, el cual quería, en un despiste del bueno y tras haberle perdonado la vida, hacerle pupita de la buena no se fía ni de su padre y por ello siguió indagando.

Ya en el banco (el que siempre gana ¿o era la banca?) me dijeron, tranqui tron, te hacemos una tarjeta virtual de débito y precarga. Joder, pensé, vaya pasote, ahora también te tunean las tarjetas. Que no, que no, que se trata de un número de tarjeta de crédito que no tiene soporte físico, osea, que se usa sólo en internet, y que sólo responde por el dinero que le hayas precargado. De este modo el roto queda limitado a esa cantidad y no se te ve el culito aunque se te rompa el pantalón.

Bueno, mucho más tranquilo, no vayan a comparar, me lancé a comprarlas, sin pujar ni nada, a pelo, que 30 años no son nada.

A los cuatro o cinco días, y a pesar de haber recibido un mensaje confirmando mi pérdida de ciber-virginidad por valor de 50 pavos, envié un mensaje al vendedor preguntando por el plazo de entrega. Dos semanas desde que fueron expedidas, hace ya cinco días, señor.

¿Y saben qué? Pues que han llegado. Y han llegado bien. Y ha llegado lo que yo compré. Pero no de donde lo compré. ¿No? Pues no, puesto que las compré en USA (lo siento llamazares, almodovar y bardem) y ¡me han llegado de Argentina! tras haber sido fabricadas en Brasil. Ahí es ná. Y todo, porte incluido, a un precio muy inferior a zapatillas similares que pueden encontrarse en los comercios de mi ciudad. Increíble.

Imagínense mi cara de breva tras dos horas y media mirando y admirando el objeto de mis desvelos y traumas de los últimos 30 años de mi existencia. Pero la breva se tornó en bollycao cuando me di cuenta de que me ha resultado mucho más cómodo que ir a una tienda. Sin moverme de casa, sin aglomeraciones, sin aguantar expendedores (ver post Su tabaco, gracias en este mismo blog), sin andar de sitio en sitio buscando y preguntando. Está claro que no todo son ventajas. Inconvenientes los habrá, seguro.

Pero lo que más me sigue sorprendiendo es que ni conozco a quien me lo ha expedido (ni siquiera expendido y mucho menos vendido) y que el citado pollo puede tener una tienda más pequeña que el quiosco de don Julián, el amigo de Espinete. Y ahí está, con un par, comprando en Argentina para venderle a un gilipón de “Apaña”.

Y es que uno ya no sabe quién es quién. Yo, como le cogido cariño a este, mi primer amor cibernético no virtual ni platónico, y lo considero casi como un clon de mi tendero habitual, el de la esquina, lo llamaré el tendero de la Argesquina para saber que es el de Argentina.

Que vendan Ustedes pronto y mucho en internet, a pesar de que les cambien el nombre.

domingo, enero 06, 2008

La Zorra y las Uvas .-


Es fácil pasar de la pena al enfado. Y del enfado al cabreo. Y del cabreo al hastío. Buen comienzo de año, ¡vive dios!
No piensen que no entro cada año como todo hijo de vecino, entre promesas, buenos deseos y la visa en cuarentena. Sí, comienzo del mismo modo pero desde hace un par de años no lo termino como casi el resto de los mortales españoles (y que nadie se dé por ofendido, que no va con segundas).

Este es el segundo año en el que no he comido uvas al compás de las doce campanadas. Y es que uno es más del tres por cuatro, el de siempre. Y ¿saben qué? Una vez perdido el miedo a la superstición es un ejercicio de lo más sencillo. Simplemente acompañen a su familia en el momento pero no en el gesto. ¿Que me dará gafe mi negativa? No más que a todos los que sufren o padecen a pesar de haber tomado las tradicionales pero no ancestrales uvas.

No, no se asombren, que no lo idearon los primeros pobladores de esta tierra, ni tiene raíces paganas, ni cristianas, ni “ná de ná” ¿Saben cuál es el origen de la tradición? Bueno, pues data de 1909 y nació del prosaico interés de unos agricultores deseosos de sacar el excedente de uva de la cosecha de aquel año. Interesante, ¿no? En definitiva, que fuera de lo saludable que es comer uva o cualquier otro tipo de fruta, nada más de nada más.

La realidad es que me ha venido recientemente a la memoria una frase escuchada en más de una ocasión acerca de la idoneidad del momento de lanzar un producto, una opa, una emisión, formalizar una adquisición corporativa o cualquier etcétera que se les ocurra a la gente de la economía y el marketing, no a Ustedes. No se ofendan, digo que no a Ustedes con todo el respeto. Lo único que quería decir es que las ocurrencias deben venir de ellos, de los creativos. O creadores. O inventores. O fabulistas. O fabulosos. O fabulosos de la muerte.

La verdad es que hace falta echarle cara. Hace falta mucha cara para intentar apropiarse de una de las fábulas que ha perdurado y sobrevivido sin estos especuladores ¿intelectuales? durante más de 25 siglos, que se dice pronto aunque no se cuente tan rápido. Ahora que pienso, ¿serán de la SGAE y querrán apropiarse de los derechos ahora que Esopo ya no está entre nosotros y no se le conocen familiares?

¿Y de qué fábula se trata? Ahora que acabamos de dar la bienvenida al 2008, a un nuevo año, nos viene que ni pintado: a la de la zorra y las uvas.

No me digan que no saben a qué me refiero. ¿No han escuchado la genial frase de “el mercado no está maduro” cuando posponen o cancelan una decisión de las enumeradas hace dos párrafos? Unas cuantas veces casi por seguro. Bueno, pues a mí esto me suena al post anterior, al de la soberbia de los directivos españoles entre los cuales me incluyo y así peco de soberbia doblemente: una porque soy español y directivo, por este orden, y por lo tanto soberbio, y otra, otra por considerarme directivo, “ahí es ná”. Y si alguien me pregunta que dónde dice que soy directivo le agito ante los ojos el carné de la piscina mientras le digo, “aquí, aquí, ¿o es que no lo ves?” y ni se dará cuenta si lo hago lo suficientemente rápido.

Así es que, cuando tienen que retroceder o no iniciar el entuerto es mejor echar la culpa a los demás. Pero aún hay más. Hasta aquí estaba enfadado viendo la estupidez y arrogancia unidas en una sola persona o grupo de ellas. Pero lo peor es cuando utilizan la misma frase ¡una vez hecho el desaguisado! Exacto, que nuestro producto no vende, el mercado no está maduro. Que el mensaje no ha calado, repitan conmigo, el mercado no está maduro. Y aquí ha sido cuando mi enfado se ha tornado en cabreo.

¿Y el hastío para cuando? Pues para este mismo año, que ya lo voy preparando. Para cuando haya visto varias veces más que en lugar de tildar a estos descerebrados de no haber madurado (diferente de no estar maduros) aceptemos sus tesis y palabras con el temple y estoicismo de quienes, o no temen ya a nada o nada les importa.

Para entonces ya no será suficiente con no comer las uvas de fin de año. Para entonces acompañare mi negativa excusándome por estar las uvas verdes.

Buen año y que les traiga todo lo que hayan pedido. Y si no se lo trae, ya saben, hagan uso y abuso de la frasecita de marras y sustituyan mercado por el nombre de quien se vaya a comer Sus culpas, de Ustedes que a mí no me la dan. Ni Ustedes tampoco deberían engañarse.

viernes, enero 04, 2008

Vocabulario del Capitán Gonzo .-


Bueno, dado que algunos de Ustedes se quejan, con razón, todo hay que decirlo, de que no se entienden algunas de mis expresiones, ahí va un pequeño glosario de PinyPon, es decir, de andar por casa.

Anificación: planificación con el ano, orto o culo. Hacerlo mal de narices.

Croquet: croqueta pero cuando estoy algo vago y quiero abreviar.

Croqueta. cabeza, testa, eso que, en el caso de los hombres, envuelve la neurona sesuar.

Croquetear: pensar.

Croquinguer Z: monstruo en lo de croquetear.

Darle a la croqueta: darle a la cabeza

Dí basta: dicho mientras se mueven, de manera consecutiva, los dedos de la mano exceptuando el pulgar. Cuando el interlocutor dice basta mostrar el dedo que estaba erecto (perdón por lo de dedo) en ese momento. No sé por qué pero siempre me toca el dedo corazón.

Doctor Croq: entre los mortales y Croquinguer Z pero vamos, no asusta.

Endiñar: endosar, colocar a otro/a la tarea o trabajo. El éxito de esta acción es directamente proporcional al rango jerárquico dentro de la organización.

Eso me lo dices por el micro*: que se lo repitas más alto y más cerca, que no lo ha oído, o no lo ha oído bien. Esta frase suele crear un tic en quien la pronuncia que lleva su mano derecha a la bragueta: curioso. Siempre la he escuchado tras decir yo alguna idea que no ha gustado a mi interlocutor. Creo que es sinónimo de “Rodilleras”.

Forcastear: hacer estimaciones o previsiones futuras. Del inglés “to forecast”

Forcasteo: acción (u omisión, que de todo se ve en esta vida) de forcastear.

Gromenauers: divisa de valor similar a nuestros pavos. Por ejemplo el US$. Aunque viendo la tendencia del $US voy a tener que cambiarlo de categoría.

Irse la croqueta: desvariar. Ejemplo, “a este se le ha ido la croqueta”

Jander: estupendo. También sirve como comdín cuando no quieres decir palabras malsonanates pero necesitas liberar adrenalina. Así, puede usarse como “tócame el jander” y quedas la mar de bien, oyes.

Jander-klander: estupendo de la muerte.

Jauses: pavos, vulgo, Euros

La Bestia Parda*: el sheriff o director general. Cuanto más parda, más general es el interfecto.

Lee entre líneas: decirlo mientras se muestran, apuntando hacia el cielo, los dedos índice, corazón y anular. Es decir, la línea que debemos leer es la del medio, o sea, el dedo corazón. Y recuerden, está apuntando hacia arriba.

Lolailo: flojillo, de escasa calidad o precisión. Asi puede usarse indistintamente es lolailo o está lolailo.

Macrogromenauers: divisa de valor muy superior a nuestros pavos. Ejemplo: Libra Esterlina/GBP (1€= 0,75 GBP/Libras Esterlinas aprox.)

Maqueado: en perfecto estado de revista pero en cuestión de números y cumplimiento de previsiones

Microgromenauers: divisa de valor muy, muy, muy, pero que muy inferior a nuestros pavos. Ejemplo: Yuan (1€= 10 RBM/Yuanes aprox.)

Minigromenauers: divisa de valor muy inferior a nuestros pavos. Ejemplo: $Real Brasileño (1€=2,5 $Reales aprox.)

Mini-yo: persona con afinidad profesional destacable y que suele convertirse en la mano derecha de su bestia parda.

Motrollón: mogollón. A motrollón, a mogollón.

Nananianananiana: expresión utilizada cuando se quiere disimular y no importa que se den cuenta de que no sabemos por dónde nos da el aire. Imprescindible mirar al tendido mientras te hablan y repites la palabreja hasta que te dejen en paz.

Neurona: sexo. Todo lo que sea pensar o tenga relación con ello me lleva, indefectiblemente al sexo o cualquiera de sus sucedáneos.

Niquélamelo: acción de niquelar pero hecha por otro y ordenada por uno mismo. Es de las más placenteras.

Niquelar: añadir una capita de barniz a lo ya maqueado. Como remaquear pero con amplitud de vocabulario.

Niquelat: efecto de niquelar pero con un guiño a los catalanes para que no piensen que no hablamos catalán.

Pajeo mental: ponerse a pensar sin ancla en el presente. Divagar y pensar en el futuro. Ejercitar la visión esa que tantas empresa ha arruinado y arruinará.

Pavos: vulgo €, euros.

PinyPon*: un mundo feliz. Lugar en el que habitan los Yupipertutti. También, utilizado como adjetivo denota carácter infantil, poco serio. Ejemplo: este presupuesto es de PinyPon. Evidentemente, hay que repetirlo. Si no tendrás que siliconarte o vaselinizarte porque seguro que quieren hacer buen uso de tu retaguardia.

Planificción*: planificar con el cielo en el punto de mira. Hacer la irrealidad planificación.

Postnificación*: planificación a posteriori. Aquí estoy que me salgo, modestia aparte.

Rodilleras*: accesorio imprescindible para no hacerse pupita en las rodillas. Especialmente valioso cuando el jefe está de malas o hemos metido la pata. Sucedáneo de la auto-vaselinización y que pone bastante más contento a la bestia parda. Procuren no escuchar esta palabra en labios del jefe: he visto a hombres hecho y derechos temblar con sólo ver cómo el jefe les señalaba las rodillas.

Sesuar: sexual.

Se te ha colgado la croqueta: vulgo pensamiento circular, cuando damos vueltas a un tema de manera obsesiva sin encontrar nuevos puntos de vista o referencia.

Siliconizar: poner el asunto difícil, especialmente cuando te das cuenta de que quieren tomarte la retaguardia.

Te lo endiño: no hacía falta definirlo pero, ¡¡¡da un placer!!!

Torpedo: tipo, de los que abundan motrollón, que hace como las moscas, va poniendo caquitas allá donde va.

Vaselinizar: poner el asunto fácil, especialmente cuando te das cuenta de que quieren tomarte la retaguardia.

Vaselinízate o siliconízate: que te definas, o lo pongas imposible o más que fácil, pero nunca te quedes en el medio.

Yupipertutti: estado anímico de euforia no contenida, de efectos similares al de haberse fumado un peta del 15 con un par. Es decir, 15 chinas con el tabaco de dos cigarrillos. Alta concentración, alta tensión.

* Términos acuñados por colaboradores de Master-D y que ya forman parte del acerbo lingüístico de la empresa.

jueves, enero 03, 2008

Kit de Supervivencia .-


Leyendo el título del post quizá les venga a la cabeza uno de esos kits que todos nos hemos comprado una vez hemos pasado los 40. Sí hombre, esos para acampar al raso y que incluyen todo, todo para reencontrarse con la naturaleza en una noche de verano. Bueno, el mío lleva ya unos años esperando a salir de paseo uno de estos días pero, nada, no hay manera. La edad indicada son los 40 pero la forma física y las ganas de aventura no: grave paradoja que va a postergar sine die el ponerme pantalones cortos y calcetines largos.

No, el kit al que me refiero es útil para el quehacer diario. Eso es, para ese querido lugar en el que pasamos más tiempo que en ningún otro lado: la empresa. Puede parecer extraño pero no dejo de sorprenderme de la cantidad de empresas que sabrán de lo que hablo en cuanto lo desvele pero que no lo utilizan. Y así seguirán, por los siglos de los siglos. Amén.
Por cierto, ilusiones, ni una. Este kit es como llevarse un litro de agua, una ración de campaña, un mapa y una brújula a la montaña. Nada más. Así que, de milagros nada de nada.

Pero antes de saber a qué me refiero pregúntenme, tal y como ya hemos repetido en este blog en multitud de ocasiones para qué sirve el dichos kit. Pues nada más y nada menos que para saber qué va a ocurrir el próximo año en nuestra empresa hablando de números. ¿De manera fiel y exacta? Bueno, eso no me lo pregunten a mí. Respóndanselo Ustedes mismos pero ya les anticipo que si no son Ustedes tan prepotentes como nuestros compañeros del post anterior, conocerán el resultado con un grado de incertidumbre mucho menor que el que tendríamos en caso de no tener este kit.

Ah, por cierto, la exactitud dependerá de Su habilidad y del número de años que lleven ejercitándose en previsionar. Han leído bien, pre-visionar, de ver antes, no provisionar de dotar provisiones que ya les veo, ¿intentando reducir los beneficios para pagar menos a Hacienda? Y de previsionar, cuentas previsionales, no provisionales. Las primeras hablan de anticiparse a, de ver antes; las segundas de temporalidad. Capicci? No caigan en la manía de corregir a todo aquel que dice previsionales en lugar de provisionales porque,s seguramente, sabrá de lo que está hablando.

Bueno, vista la utilidad veamos qué trae la cajita esa que hemos comprado por internet y que parecía tan bonita en la web. Voilá, es justo lo que había pedido. Una vez abierta la cajita (grande no es la condenada), ¿qué ven mis ojos? Pues nada más y nada menos que

+ un Presupuesto o Plan de Personal (por si quieren dejar lo de presupuesto para un documento de mayor enjundia. Al fin y al cabo, un Plan de Personal lo sabe hacer todo el mundo, pero, curiosamente, poca gente lo hace - otro día les hablo de confundir lo sencillo con lo factible -) en el que indicar altas y bajas por departamento sumando o restando del número de personas y coste actual.
+ un Plan de Ventas
+ un Plan de Inversiones
+ un Presupuesto, EL Presupuesto que se nutre básicamente de los tres retoños ya citados
+ una comparación MENSUAL de los resultados reales versus los presupuestados (sacados estos últimos del Presupuesto)
+ un Cuadro de Mando Integral, cuadro o no, integral o no, de mando sí o sí, pues, en el formato que sea debe incluir un conjunto de indicadores representativos de la operativa de la empresa que permitan completar el análisis de la gestión, que no todo es presupuesto.

Ah, por cierto, preferiblemente manzanas con manzanas. Es decir, tradúzcanme el Plan de Personal a pasta para poder meterlo en el Presupuesto, no me mezclen personas con €.

Y otra cosa, utilicen SUS propias estructuras y formatos en función de SUS necesidades. Aquí es muy importante que no copien. Inspírense si quieren pero “chinito no copial”. ¿Para qué quieren un traje hecho y medido para otra persona? Vayan a la moda pero no sean como nuestros queridos independentistas, a quienes puedes reconocer por cómo visten allá donde estén.
Bueno, ¿y ahora qué? Pues un montón de trabajo pero, calma, no se solivianten. Que este kit tiene que durar mucho, que no es de los de un solo uso. Es para que lo usen y reusen todos y cada uno de los años. Como si lo respiraran. Igualito.

Lo primero, un par de consejos para que den un uso no efímero al tema. Cuando hagan previsiones o planes no traten de averiguar el futuro, menos aún de adivinarlo. Se trata, simplemente, de que den una cifra a la que se ajustarán todas sus acciones y desvelos para que llegue a buen puerto. Como ya dijo el poeta, “presupuestante no hay presupuesto, se hace presupuesto al andar”.

Pues eso, los planes y presupuestos se demuestran andando, no escribiendo. Y no se trata de no caerse ni una vez sino de levantarse una más de las que nos caigamos. Así pues, no se preocupen si no cuadran todo a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera. Verán como poco a poco sus previsiones son más acertadas y, más importante aún, se sentirán más seguros en las riendas.

Conforme esto vaya llegando será tiempo de filigranas, las menos la principio, más conforme pasen los días y los años.
Dejemos los terneros de la lechera del cuento y volvamos a la realidad:

Plan de Ventas: vuelquen aquí toda su sabiduría para prever lo que venderemos, mes a mes, línea de producto a línea de producto, producto a produto, si quieren, delegación o cliente por delegación o cliente. Lleguen hasta el detalle con el que se sientan cómodos pero, recuerden, no por más complicado será más acertado. Más bien lo contrario.

Plan de Personal: incrementos, reducciones, en número o coste, mes a mes y departamento a departamento. Y prioricen las incorporaciones por si las Ventas no llegan a las previstas. Así sabrán en qué momento la ruleta deja la bolita en “la banca gana” y toca no acometer las incorporaciones previstas.

Plan de Inversiones: de nuevo mes a mes y departamento por departamento. Y priorizadas, sí. Un análisis de retorno de la inversión y necesidad estratégica (esto lo dejamos para otro día) les ayudará a priorizar por si las Ventas, perdón, por si las moscas.

Con estos tres documentos ya casi tienen EL Presupuesto. Un toquecillo por aquí, otro por allá, una subidita por aquí (no me engañen, que todos lo hacemos) otra por allá y ya está.

Bueno, los deberes de Diciembre del año anterior al del Presupuesto ya están casi hechos. Ahora, sólo queda una plantilla en la que introduciremos, en el mismo formato del Presupuesto, los resultados reales y los mediremos y compararemos con los presupuestados. Y aquí algo muy importante: analicen el porqué de las desviaciones. No se enfanguen en un análisis profundo para justificar cada € de desviación. Y hagan un pequeño ejercicio con un nombre complicadillo: conciliacion de beneficio. Simplemente partan del beneficio real, sumen las desviaciones positivas y resten las negativas hasta llegar al beneficio presupuestado.

No lo he explicado demasiado bien pero es sencillo. Por ejemplo, y tomando todas las incógnitas en €, imaginen que teníamos previsto ganar X pero que a causa de una desviación negativa de Y Ventas, una desviación positiva (menos gasto) de Z en Personal (debido, por ejemplo a una mejora en la productividad) y una desviación negativa (más gasto) en Compras de A hemos obtenido un beneficio B. Bien, la aritmética sería tan sencilla como:

+X
-Y Menos Ventas
+Z Menos Gasto Personal por mejora Productividad
-A Más coste de Compras
= B Que es el beneficio real

O bien, pueden hacerlo al revés, cambiando X por B, es decir, partir del Beneficio Real para llegar a la reconciliación con el Beneficio Presupuestado.

Ahora sí que está todo prácticamente “niquelat”, o sea de premio. Tan sólo queda una cosilla. Efectivamente, ya me van conociendo: medir la operativa, que no todo es economía.

Y para ello, lo mejor, una relación, en forma de cuadro de mando o como quieran, de indicadores que nos indiquen (toma redundancia), no sólo nuestro desempeño operativo (horas máquina, %rechazos, etc.) sino también la relación efectiva u óptima de nuestros recursos. Me refiero a indicadores como facturación/persona, beneficio/persona, %devoluciones/cliente, impagados/facturación, etc.

Ya ven que no estoy hablando de sacar ratios del presupuesto. Eso es un “extra” que se puede incluir una vez contemos con todo lo anterior.

Así que no me hagan como los tuneros de medio pelo que cargan el coche de alerones y no le dan al motor ni un centímetro cúbico o caballo que llevarse al cuerpo para mover tanto spoiler. Sabrán a lo que me refiero si han jugado a algún juego de coches de videoconsola: para ganar carreras primero hay que tocar el motor y luego la estética. Justo lo contrario de lo que estamos inculcando a nuestros adolescentes. Dios nos coja confesados.

Prepotencia y Directivos .-


Uno, que tiene el vicio de cuestionarse todo, o casi todo, que la dimensión universal no la controlo, no ha dejado de preguntarse si más de diez años de crecimiento económico elevado no tendrán algo que ver en su bagaje de resultados profesionales. En román paladino, si todo va bien, lo extraño sería que me fuera mal. Esto se explicaría por mi manifiesta ineptitud.

Sin embargo, si me va bien cuando a casi todo el mundo le va bien, si acierto cuando casi cualquier decisión sería acertada, aunque no buena ni perfecta, si en este río plagado de peces yo también pesco, la cuestión comienza a mosquearme. Bueno, tanto como mosquearme no pero, ¿puedo entonces engalanarme con medallas que no sé si son propias o ajenas? ¿Ustedes lo tendrían claro? ¿Sabrían si era cosa suya o de la coyuntura?

Esto me trae a la memoria, lo cual es un lujo pues ya saben que no está para muchos brindis, una palabras de un consultor con quien mantuve un breve pero interesante encuentro. En su presentación inicial nos indicó que un rasgo característico de los directivos españoles era, seguro que no pueden creerlo, la prepotencia. Utilizó ese sustantivo exactamente.

Prepotencia: la verdad es que suena duro. Pero duro es, así que dejémonos de eufemismos. No se trata de tener carácter. Ni personalidad. Ni de tener las cosas claras. Ni de tener visión (no vean hasta dónde estoy de la visión de los Mr Magoo de turno que se jactan de predecir el futuro, cuanto más lejano mejor, mientras que ignoran de manera involuntaria de qué tamaño es el pedrusco con el que van a tropezar en el próximo paso). Ni de la presión que sufren nuestros pobres directivos “echaos p’alante”, la cual les hace un poco vulnerables a los modos demasiado rudos y directos.

Ser prepotente es como ser guapo o listo: se nace con ello aunque se puede mejorar o atenuar en función de la atención y esfuerzo que se le preste. En el caso de virtudes, de características positivas requieren de trabajo para mejorarlas y es difícil ocultarlas.
En el caso de los defectillos o vicios ocurre lo mismo. Pero aquí el trabajo debe ser para atenuar sus efectos negativos y no en sentido contrario. Así, el estúpido debe esforzarse en no serlo, o al menos en no parecerlo. Es la ventaja que tiene la omisión de acción en los aspectos negativos de la personalidad: si uno no hace nada pasan desapercibidos. Volviendo al caso anterior: mejor callar que errar.

Sin embargo, entre nuestros queridos amigos, los directivos españoles “de éxito”, el silencio es el gran desconocido. Desestiman al mejor aliado, el que más les va a enseñar pues les concederá una doble ventaja: la primera, la de escuchar a los demás; la segunda, y más importante dependiendo de lo que debería callar cada cual, que nos evitará decir tonterías.
La verdad es que uno que ha viajado mucho lo ha visto y vivido. Somos fáciles de reconocer y destacamos especialmente en lugares en los que nos mezclamos con profesionales de otras culturas, como en los aeropuertos, lugares que durante mucho tiempo han sido mi segunda casa, casi primera, así que un poco de esto sé (dicho con la mayor humildad, no piensen que también peco de prepotente).

Escuchen, si tienen la oportunidad, una conversación telefónica de uno de estos superhéroes, preferiblemente en un aeropuerto, y no se alejen que no hace falta pues les encanta que les miren y vean (hasta aquí ha llegado el síndrome gran hermano y su afán de exhibicionismo). Deleítense con las órdenes y comentarios de estos gestorcetes de PinyPon y su aroma a tertulianos de las sobremesas de televisión, esas en las que más razón tiene quien más grita o quien más nutrida vena muestra en el cuello. Lamentable pero real como la vida misma.

Como real fue la pregunta que cierto día me hice, esta vez en un evento que reunió a buena parte de lo más granado de la dirección y estrategia en nuestro país. Los ponentes eran de lo más selecto del management internacional por lo que, en buen lógica, los asistentes también, a nivel nacional esta vez. Una vez vistas unas cuantas conductas de lo más arrogante y televisivo que había presenciado nunca, me pregunté: si ahora se desintegrara este salón, ¿cuántas empresas mejorarían su calidad humana? ¿Y cuántas empeorarían sus resultados?

Todas y ninguna me respondí; creo que lo hice en ese mismo orden, no recuerdo bien. En todo caso, eso es algo que dejo para ustedes: decidan si, por una vez, el orden de los factores no altera el producto.

Ah, por cierto, a mí despéjenme de la ecuación no vaya a ser que sean Ustedes capaces de desintegrar esa sala de verdad y me pillen en medio, que yo estaba allí porque entré como los de Mecano a tu fiesta.