viernes, mayo 23, 2008

Tu “copial” o no “copial”? .-

Seguramente recordarán, echando la vista atrás, cuando todo aquello que era japonés era una copia, más bien de pésima calidad (o adecuación al uso, precio y expectativas que dicen los enteradillos y “consulteros”) y que, oh sorpresa, era mucho más pequeña y, sobre todo, mucho más barata.

¿Recuerdan aquellos tiempos? ¿Sí? Lejos quedan, ¿no? Japón es hoy un país que toma la cuerda y tira de ella en lugar de dejar arrastrarse desde el final de ella por otros. El matiz es sutil, pero vital. A pesar de que el movimiento se produzca igualmente, sea por ser actores y activos o “pasotes” y pasivos. Es decir, en un autobús, tanto se desplazan los pasajeros como el conductor. Aquí el Capitán Gonzo con otra de sus estupideces. ¿O no?

¿Estúpido? En absoluto. Pero quizá se entienda mejor si les hago la pregunta que me he hecho yo para que mi cabecita me permita entender lo que las palabras no lograban transmitirme.

¿Me muevo hacia donde quiero? Me pregunté. A lo que Ustedes seguramente responderán. Pues sí, claro, qué tontería.

Tienen toda la razón. Cuando tomamos el autobús en una parada YA sabemos hacia dónde va, y hasta dónde llega, o en qué lugar nos podemos bajar.

Vale, siguen teniendo razón, pero ya saben que no pararé hasta que no tengan “una duda razonable”. Pongámoslo entonces un poco más difícil. Bueno, tampoco tanto; simplemente démosle un parecido leve con la realidad.

Ahí va: si no hubiera paradas, ¿tomarían Ustedes el autobús con la misma seguridad? Vaya, no lo había pensado así. Mira que es retorcido este capitán de medio pelo.
La respuesta es obvia. Sin poder confiar en una ruta o en la persona que comanda es muy difícil aventurarse con absoluta tranquilidad. Bueno, a no ser que se sea un completo destalentado. Pero en mis 42 años todavía no me he encontrado con tamaño despropósito. ¿Y Ustedes?

Es decir, o bien conocemos qué nos deparará el camino porque ya conocemos el proceso que sigue, es decir, el conjunto de reglas internas que definen todos los cambios de dirección, velocidad y aceleración (más o menos, que tampoco hace falta que me hagan un master ahora), o bien nos fiamos ciegamente (o casi) de quien está al mando. Con lo cual pasamos de las reglas internas esas y simplemente nos dejamos llevar.
Prueba más racional que esta es difícil de encontrar: una decisión basada en el conocimiento, bien de la operativa o del conductor. “Y no del donaire que gentilmente nos arrastra do quiera”.

Yo, debo reconocerlo, soy pecador, y de los compulsivos. Y eso a pesar de que el lastre de la edad me hace más reflexivo cada día por lo que la importancia de mis pecados va tornándose gris en un mundo hecho para blancos y negros. Así que, cuando peco reconozco que también he copiado, pero al menos siempre he tenido la sensación de que mi autobús tenía conductor y que lo que copiaba era la esencia y no la forma. Pero pecar, he pecado, que conste.

Y ahora les toca a Ustedes, así que: “¿Tu copial o no copial?”

sábado, mayo 17, 2008

"Yo de joven pasé mucha hambre."



Ayer pasó hambre y hoy también, aunque por distinta causa.

domingo, mayo 11, 2008

Dios mío, he tenido una idea .-


Veamos ahora quién la pone en marcha...

Creatividad Operativa: SMED .-


Algo que parecía imposible deviene en posible. De eso trata este post. Ahora bien, no quiero escuchar ni un solo: "joder, así sí; así cualquiera". Ya les anticipo que no vale. ¿Y por qué? Pues por lo mismo de siempre: ¿están Ustedes seguros de haber captado la esencia? ¿O se han limitado a asentir, comprender el ejemplo, que no el concepto?

En otras palabras, si yo no tengo idea de cocina y les invito a cenar a casa, cocinando yo, obviamente, ¿creen Ustedes que por poner nombres estúpidos a mis destrucciones (¿o eran creaciones?) van a comer mejor? Lo mismo le ocurre a los especuladores culinarios en el gremio de la hostelería que pasan a llamar a las “almondigas con tomatico” de su mujer, la Mari de siempre, “deconstrucción de Filet mignón a la salsa de pomodoro toscano”. Por no decir de las “coqleticas de jamón” que ahora han ascendido, con condecoraciones, galones y todo, a “Rulos crujientes en emulsión de harina blanca con explosión de taquitos de ibérico”.
Ahí va pues. SMED, acrónimo (no, no es un insulto) de “Single Minute Exchange of Die”, o lo que es lo mismo, “Cambio de modelo/molde en un número de minutos de un sólo dígito”. ¿Recuerdan lo que les dije del idioma inglés? Nada, que no hay manera de que comprimamos conceptos en un número de palabras manejable.

A lo que vamos. Se habla siempre de un modelo, de una herramienta o sistema para reducir los tiempos muertos de máquina originados por un cambio de modelo en la línea de producción o máquina. Pero es más que eso. Si sólo nos quedamos en el ejemplo, evidentemente, se trata tan sólo de eso. Pero si buscamos la esencia tenemos una filosofía. Pero no de las de quemar las pestañas ni el coco. No, esta vez no. Se trata de una filosofía operativa. Algo que debe acompañarnos como si fuera un principio propio, inculcado, aprendido o aprehendido, que igual da que da igual.

¿Y en qué consiste? En hacer posible lo imposible prácticamente. “Ahí es ná”. Y se queda Usted tan ancho, Capitán. Pues sí, la verdad es que, después de soltarlo me he quedado de lo más relajado.

Hombre, quizá me haya pasado un poquillo; o un poco. Bueno, quizá mucho. Demasiado, o lo que Ustedes quieran. Pero si ceñimos la aseveración que les ha levantado del asiento a un marco definido, la barbaridad es menor, mucho menor. Pongamos que lo reducimos a algo tan concreto como el cambio de utillaje, moldes, etc. en las grandes prensas utilizadas en la industria del automóvil. Esas que requieren de varias personas para ser manipuladas. Y que, y aquí está el quid, deben permanecer paradas, improductivas mientras se realiza la operación de cambio.

A priori, la situación era esta: por cada modelo de pieza diferente que quiero realizar con la misma máquina debo pararla para acometer el cambio de útiles que me permita variar el modelo. Y durante ese tiempo no produzco. Como además las máquinas y las matrices (estamos hablando de piezas de estampación para coches, por ejemplo) son pesadas y grandes amén de poco manejables, el tiempo muerto o de parada es elevado, y por tanto la producción perdida. Estamos hablando de que los tiempos muertos suponían paradas de hasta 24 horas.

Seguro que si fuéramos nosotros los que quisiéramos mejorar la productividad algunos pensaríamos en aumentar el parque de maquinaria (Noooooo, eso es aumentar la producción, no la productividad). Otros en darle a la manivela más rápido (sería fantástico pero el resultado sería como el de darle la papilla al niño a ritmo de samba). Otros más atrevidos eliminarían el mantenimiento, total, “pa lo que sirve”.
Pero nadie, seguro que nadie, propondría hacer el dichoso cambio de forma más rápida. Bueno, eso sí. Pero nadie se atrevería a desafiar las leyes de la física y reducir lo que cuesta 24 horas a menos de 10 minutos (en número para que el efecto del single minute sea más gráfico). ¿O sí? Seguro que si escucharan semejante barbaridad pensarían: los voy a machacar y aún así no lo reduciré ni en una de las 24 horas. O bien: si eso es posible, que es imposible, querría decir que hasta ahora me habían estado tomando el pelo.

No se preocupen, es lo más lógico pues nuestra mente no está preparada para escapar fácilmente de lo preestablecido, ni para pensar de manera tangencial, es decir, en una dirección distinta pero manteniendo un punto de contacto, minúsculo pero punto al fin y al cabo.

Pero, como en todos lo cuentos con final feliz, siempre hay algún transgresor, alguien que pone en su sitio al que hace siempre lo mismo y del mismo modo. Y en este caso se llama Shigeo Shingo, de Albacete, creo.

¿Y qué hizo de especial este hombre? Simplificando hasta la saciedad, y que aquí no se me enfaden los enterados, observar, recopilar, resumir, sintetizar y resolver. Y al final dedujo que podía hacer una simple pero efectiva separación. ¿Y qué criterio utilizó? Pues el más lógico: lo que se puede y lo que no se puede hacer con la máquina en funcionamiento. Así, todo aquello que no precisa de un paro de producción se realiza en paralelo, mientras la máquina está funcionando.

Ahora seguro que alguien dice que eso incrementará los costes por duplicidad de partes, una en la máquina y otra en preparación. Efectivamente, pero esto es una simple función de cálculo: ¿cuál es el pay-back de la inversión? O en otras palabras, ¿merece la pena hablando de pasta?

Con lo que, las únicas operaciones que se realizan a máquina parada son las inevitables. Y, créanme, muchas de las inevitables pueden convertirse en evitables con algo de imaginación. Y herramientas especiales. Y útiles apropiados. Y técnicas de ingeniería. Como las que permiten fijar tornillos con una sola vuelta de tuerca (algo parecido a lo que ocurre con los F1. Ahora sí, ¿no?).

Hombre, fácil no era, si no ya se me habría ocurrido a mí. O sea, que mientras se está produciendo se trabaja en la preparación de los cambios que se realizarán en la máquina parada. Eso es, ni más ni menos.

Y ahora debería llegar el consabido: "joder, así sí; así cualquiera". Pero sé que ninguno de Ustedes ha movido el bigotillo para decir algo similar. No esperaba menos de Ustedes. Porque Ustedes no se quedan sólo con la musiquilla de la tabla del 9, sino que se aprenden los resultados de todas y cada una de las multiplicaciones. Es decir, que son de los aplicados. Vamos, que se saben la letra y no sólo la tararean.
Y por eso se han dado cuenta de que con creatividad (ni siquiera hace falta la originalidad, o es que separar, dividir o segmentar tiene algo de original?) se pueden mover montañas. Tan sólo hace falta que la dichosa creatividad sea tan grande como la palanca de Arquímedes, esa que le permitiría mover el mundo. Y puede que ni haga falta que sea tan grande. Tan sólo que exista. Grande o pequeña, dependiendo de hasta dónde quieran o sepan llegar.

Así que, ya lo ven, un estupendo ejemplo de creatividad operativa. Y gratis, que en estos tiempos de inflación no es nada fácil.

Y prepárense, porque si el SMED les parecía difícil, aún queda el One-Touch Exchange of Die, (OTED), que defiende que los cambios deberían realizarse en menos de diez segundos.

Vayan buscando una palanca que el mundo que queda por mover está ahí fuera. Y bien cerquita.

Eficiencia y el que pinta la habitación (otro pintor diferente, que el anterior ya se ha ido) .-


Lo que suda el tío para lo poco que sirve su trabajo.

Delegar y el color de la habitación .-


El arte de delegar y de joder la vida al "delegado": todo un arte al alcance de muy pocos.

Headless chickens .-


Otro palabro que suele venir al dedo en tiempos de crisis (y en cualquier otro momento, I'm afraid)

Idioma y pensamiento.-


No sé si se habrán dado cuenta de la importancia de nuestra lengua materna en la vida cotidiana. Así por ejemplo, como quien no quiere la cosa, parte de nuestra mala educación a la hora de dialogar está originada por las reglas y normas lingüísticas que utilizamos inconscientemente. Normalmente enlazamos las palabras de acuerdo a este axioma: sujeto, verbo y predicado. Al menos así nos lo enseñaban en el cole allá por los años 70. Ahora, con esto de los tiempos modernos la estructura será mucho más abstracta. Pero seguirá diciendo lo mismo: primero lo primero.

Dicho así seguro que el asunto no tiene relación alguna con lo de la mala educación, especialmente la del almodóvar. Y no me refiero a la película precisamente. Pero, pongamos un ejemplo totalmente contrario a la estructura fundamental de nuestro idioma.

Nuestros colegas alemanes apenas sí se interrumpen los unos a los otros cuando hablan. Yo creía que era porque allí no tienen a la patiño pero, luego, pensándolo bien, enanos mentales también han tenido, aunque con bigotillo en lugar de con melena. Pero bueno, la cosa no tiene mucho que ver con eso. Ni con la educación que reciben en el colegio, ni con el respeto que les inculcan en la escuela (cómo me gusta esta palabra), ni con la disciplina que maman desde que son pequeños. Nada de eso. Ah, por cierto, disciplina no es sinónimo de militar, ni de retrógrado, ni de fascista, ni de... Pues eso, más que nada por si acaso.

Al tajo, que me voy. Respetan hasta el final la interlocución porque no pueden interrumpirla si lo que pretenden es comprender exactamente lo que el interlocutor quiere decir.

Vale, vale, entre nosotros no tiene tanta importancia lo que diga el otro sino lo que digamos nosotros, pero no en todos sitios es así. En otros países y culturas se tiene en cuenta al prójimo. Pues eso, que no les queda más remedio que esperar y morderse las uñas, repelos incluidos, si no quieren irse por los cerros de Úbeda y perder el hilo común de la conversación. ¿Y saben el porqué? Sencillo: su axioma fundamental es diferente. ¿Cómo? Pues sí: allí cambian el orden, que pasa a ser sujeto, predicado y verbo.

Bueno, ¿y que importancia tiene esto? Pues toda, porque el sentido de la frase queda oculto o semioculto hasta la aparición en la frase del verbo. Exacto, ese palabrejo que determina la acción y el tiempo. Añadan ahora el uso y abuso de subordinadas y la costumbre de entreverarlas a bocajarro entre las partes de la oración principal. Dicho en prosa, que enchufan párrafos enteros entre el binomio sujeto-predicado y el verbo principal. Exacto, ese que va al final. Tan al final que hay veces que hay que rebobinar en nuestra memoria 45 segundos para recordar a qué sujeto-predicado iba unido.

Ya ven que así no caben interrupciones por mucho que tiremos de contexto. Sin embargo, en nuestro idioma el contexto es mucho más directo y nos permite adelantar acontecimientos, tanto que podemos prever lo que el pavo de enfrente está a punto de soltarnos. Así que nosotros, que somos más listos que Perry Mason somos capaces de descubrir al asesino mucho antes de que la víctima estire la pata. Y claro, no vamos a esperar a los créditos del final de la peli para decir quién es el malo-malote de la peli. Así que, inspiramos profundamente, ponemos careto de Flowerpower, la viramos a Yupipertutti y le enjaretamos al interlocutor lo que estaba a punto de decirnos. Y, joder, qué bien sienta. Y si no se lo creen pruébenlo. Pero cuidado, crea adicción. Y si no lo creen observen el panorama televisivo.

Por cierto, ¿nunca se han preguntado por qué los teutones son tan buenos planificando? Ala, ala, denle a la croquet y descúbranlo por Ustedes mismos. ¿Cómo? ¿Que no pueden? A mí no me la dan: seguro que están esperando a que yo abra la boca para adelantarse a mis palabras.
.....
Bueno, veo que en estos 15 segundos todos Ustedes han podido con Su impaciencia. O bien no saben a qué me refiero.

Para los de la primera opción, sigan esperando que quien la sigue la consigue. Y para los segundos, ahí va: porque almacenan y guardan la información que reciben de su interlocutor hasta que éste tiene a bien soltar el último verbo, esa pieza del puzzle que hace que todo tenga sentido. Recuerden que hasta que no llega el verbo no saben si a la casa que nombraron 45 segundos antes la van a pintar, a quemar, ya la han pintado, ya la han quemado o se la ha llevado la burbuja inmobiliaria.

Por eso, además de la retentiva nos llevan clara ventaja en armar estructuras, mentales, pero estructuras al fin y al cabo, en un plis-plás ya que conforman el significado uniendo una jartá de palabras en un lapso efímero. Y estas estructuras, además deben seguir las normas, aunque estas no sean lingüísticas y sean tan banales como la regla del sentido común.

Y mientras, mientras nosotros movemos, retorcemos, destrozamos o dinamitamos con cartuchos de cambios los planes como nos quitan o quitamos el protagonismo en cada conversación: en un plis-plás también, aunque el nuestro sea más estúpido, pero igual de rápido, eso sí. Y, es que, el que no se conforma es porque no quiere. Ya saben pues, que la planificación no es buena, bueno, al menos es rápida, que en este país somos unos artistas en lo de ver las uvas verdes, como la zorra de otro post anterior.

Liebe Grüße meine Freunde.

Mi padre y el Marketing Popular, con mayúsculas... .-


Un homenajillo a mi maestro en esto del marketing: y eso que no estudió...

Ca-ca-ca-ca-café .-


Que no se me moleste nadie con el chistecillo.

Do what I say, not what I do .-


Un poco de teasing???

Los buenos malos nunca lloran, los malos malos sí... .-


Estoy en ello...

Operativa y Estrategia: la bolsa y la vida .-


Llegará en breve...